Con casi el 60 por ciento de aprobación, el presidente López Obrador inicia su penúltimo año. La 4T enfrentará este 2023 el escenario decisivo de supervivencia o de desgaste del poder.
Solo el plan social del gobierno federal enfocado en los subsidios sociales a costa de la economía productiva, es el que se ve reforzado, medidas paliativas que no ayudan a combatir de fondo la pobreza extrema y que se convierten en una moneda de cambio electoral.
Este será el año del presidente López Obrador y toda la vida política nacional girará en torno a su decisión adelantada de la sucesión presidencial con la terna conocida de precandidatos. Y es que por más que se hable de que la definición de quién será el candidato de Morena se realizará vía una encuesta nacional, cada día parece que esta determinación ya está tomada desde Palacio Nacional.
Este año también no cambiará la estrategia política de la presidencia de la República basada en la polarización, que nace todos los días desde la mañanera. Y esto porque el presidente tiene todo el control del rumbo político del país, de los instrumentos de poder y de la agenda mediática, sin que la oposición haya podido consolidar un estado de ánimo, a pesar de los éxitos mediáticos en movilizaciones sociales contra López Obrador, pero sin generar aparentemente una tendencia electoral en las encuestas.
Esta sucesión presidencial ya enfrentó su primer descalabro, -al intentar desde Palacio Nacional- ingerir en la elección del presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
La revelación sobre el posible plagio de la tesis de licenciatura de la candidata preferida Yasmín Esquivel está terminando como una derrota para la 4T y que ha dañado colateralmente a sus presidenciales. La crisis en la designación del presidente de la Suprema Corte fue otro aviso de los reducidos márgenes de movilidad institucional del presidente de la República, en el escenario de una estructura de poder político que no cambió los equilibrios de fuerzas y que puso al poder presidencial en el centro de la disputa por la continuidad del modelo.
Y es que, aunque el presidente López Obrador señale, como decimos a toro pasado a forma de blindaje político, como una votación histórica en un poder autónomo e independiente, el hecho es que pareció otra cosa lo que quiso hacer en la corte y esto desde hace un par de años, cuando por una iniciativa del Ejecutivo se quiso ampliar el plazo del Ministro Zaldívar como presidente de la SCJN.
Es de destacar por supuesto que Norma Piña hoy presidenta de la SCJN sea la primera mujer en ocupar este cargo en el Poder Judicial en México en casi dos siglos. Progresista y feminista, la nueva presidenta ha defendido el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y de la comunidad LGBT, se ha pronunciado a favor del uso recreativo de la marihuana y se ha opuesto a la militarización de las tareas de seguridad pública en el país.