Inició la discusión a la iniciativa de reforma constitucional que presentó el presidente López Obrador a finales de abril de este año. La propuesta presidencial contiene los siguientes puntos:
1. Sustituir al Instituto Nacional Electoral (INE) por el nuevo Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC). Éste perdería la atribución de conformar el padrón electoral (sólo tendría la integración de la lista nominal de electores) y, en consecuencia, es probable que tampoco expediría la credencial para votar con fotografía.
2. Elegir a consejeros y magistrados electorales por la vía del voto popular.
3. Centralizar la organización de todas las elecciones en el INE: desaparición de los organismos electorales locales, así como los tribunales electorales locales.
4. Reducir el tamaño del Senado de 128 a 96 integrantes y que todos ellos sean electos mediante representación proporcional con base en listas estatales.
5. Reducir el tamaño de la Cámara de Diputados de 500 a 300 integrantes y elegir a todos mediante un sistema puro de representación proporcional con base en listas estatales.
6. Reducir el tamaño de los congresos locales con base en criterio poblacional.
7. Reducir el número de regidores municipales y concejales de alcaldías por criterio
poblacional.
8. Reducir el financiamiento ordinario a partidos y mantener el financiamiento público para campañas electorales.
9. Implementar el voto electrónico.
10. Ampliar la propaganda electoral gubernamental permitida durante procesos electorales.
11. Reducir 18 minutos diarios para promocionales de los partidos y de las autoridades electorales por cada estación de radio y TV durante procesos electorales.
12. Disminuir el umbral de participación ciudadana para que la revocación de mandato sea vinculante en 33 por ciento.
Con la mayoría legislativa y la posible injerencia sobre la Corte, es casi seguro que el presidente López Obrador va a ganar los rounds de la reforma electoral y la seguridad-militares, pero ello no quiere decir que los resultados sean efectivos.
La única manera de fortalecer la división de poderes radica en la construcción de autonomía relativa del Legislativo con el Ejecutivo.
Mientras los partidos dependan del centralismo presidencialista, la autonomía de poderes no existirá: el presidente mexicano controla su partido, decidé candidaturas y presiona a la autoridad electoral, la democracia mexicana será un mito genial.