En un par de semanas vimos dos escenarios de marchas en contra y a favor del presidente Lopez Obrador. La primera organizada por la sociedad civil y la segunda planeada y orquestada desde las más altas esferas del poder.
Quince días después de que decenas de miles de mexicanos protestaron contra una serie de cambios electorales propuestos ya por el Gobierno federal y que ponen en riesgo la democracia, el presidente de México marchó el domingo por la capital acompañado por una multitud de personas, acarreadas en su mayoría pero con la única finalidad de que se viera una muestra de apoyo popular a su mandato.
Pareciera que al propio presidente López Obrador ya se le olvidó de lo que tanto se quejó cuando era un líder opositor de que todos los aparatos del sistema del Poder estén en función del Gobierno federal para un objetivo partidista.
El presidente mezclo una marcha del ego del poder en favor de él y de Morena para dar a su vez en discurso con motivo de su cuarto informe de gobierno.
Amor con amor se paga, decía López Obrador en sus primeras palabras en el Zócalo capitalino, tal cual es el slogan que utiliza Morena en sus promocionales.
López Obrador juega con el tiempo, sabe que las elecciones ya están en puerta, aunque faltan 18 meses para este proceso, pero él ya quiere que sus candidatos, mejor dicho su candidata Claudia Sheinbaum tengan una ventaja clara en las encuestas. Es decir el Presidente quiere mutar ese respaldo en su aprobación que tiene del 60 por ciento, a su alfil.
El discurso del domingo se centró en gran medida en los programas de bienestar de su Gobierno, jugando además con las emociones, anunció el aumento en un 25 por ciento en el apoyo que reciben los adultos mayores y además que busca que el salario mínimo incremente en un 20 por ciento.
Lo que sí evitó en gran medida fue hablar de los retos que enfrenta, como es el tema de la seguridad porque la violencia ha incrementado desde que inicio su gobierno.
Y también lo que vemos en este rol de las emociones que juegan su papel en una campaña política, es que López Obrador hará todo y más para dejar a su partido en el Gobierno. Hace tiempo que sabemos que el marketing en todos los sentidos, no es racional, o al menos que los argumentos racionales deben convivir con los factores emocionales y el presidente lo entiende perfectamente por eso ya está en campaña nuevamente. Anunciando el incremento en el apoyo a sus programa sociales por ejemplo.