/ sábado 26 de marzo de 2022

Las Águilas, una “catedral” de los antojitos

El restaurante es paso obligado para conocer la cocina local, desde 1974 en Hidalgo 206

Desde 1966 el restaurante Las Águilas ha sido un referente de antojitos mexicanos en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro, donde personalidades del periodismo y la política han degustado en este sitio comandado por don Paulino Águila Uribe -fallecido en 2019- y doña Araceli Martínez González, quienes conformaron un negocio familiar donde hijos y nietos ahora se dedican a esta labor gastronómica.

Queretanos de origen y por generaciones, el matrimonio de los Águila Martínez forjó su camino a base de trabajo; don Paulino aprendiendo cocina en los distintos sitios donde trabajó, como en el área de cocina de el Gran Hotel de Querétaro, mientras que Doña Araceli estuvo a la par, en la parte administrativa, quien dijo aprendió por su cuenta a cocinar ya que don Paulino era algo celoso de su arte; pero lo supo "echando ojo" y como bien comentó "el alumno superó al maestro".

CRECIERON "A BASE DE TRABAJO"

Iniciaron en la calle Hidalgo en el número 196, pero no fue sino hasta 1974 cuando se establecieron en el número 206 de la misma vialidad, donde han permanecido hasta ahora. Buscaron adquirir un terreno en sus comienzos y de ahí generar su negocio, aunque las dificultades financieras impedían dicho propósito, hasta que obtuvieron ayuda de un personaje de esta ciudad, don Carlos Pacheco, quien en 1943 compró la primera panadería en Querétaro, La Vienesa.

"Don Carlos Pacheco, el de la panadería La Vienesa, fue quien me avisó de un terreno en aquel entonces y en cuanto hubo la oportunidad de comprar, estaba una casa viejita y me hizo el favor de prestarme para completar el costo del terreno. Yo tenía ahorrado diez mil pesos y nos pedían 40, y pues nos apoyó mucho, fue un gran hombre. Terminamos de pagar ese préstamos y nos hicimos del terreno y así empezó poco a poco", dijo.

Añadió que duraron cerca de seis años en preparar el negocio que tendrían, "todo a base de trabajo". Doña Araceli relató que fue en 2001 cuando dejaron de trabajar oficialmente, el momento del retiro. "Mi esposo empezó a tener problema, como fue diabtético, en sus ojitos y le dije que me echara la mano pues me lo llevé a Houston, Monterrey y luego aquí. Entonces nos echó la mano nuestra hija y ya llegamos y pues ella nos dijo que se quedaba y que nosotros descansáramos", recordó.

Susana, Silvia, Alicia, Rubén, Elsa, Blanca, Andrea y Araceli, son las y los hijos de este matrimonio. Actualmente son Silvia y Elsa quienes se mantienen en activo; la primera durante el turno vespertino y la segunda en la mañana. Sin embargo, entre los nietos y sobrinos algunos han estudiado para chefs, y básicamente la comida es parte esencial de esta familia.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

EL QUERÉTARO DE LOS AÑOS SETENTA

"Cuando llegamos aquí ya teníamos mucha clientela. Empezamos pidiendo permiso a mi mamá, pues ella vivió cerca de donde estaba el Diario de Querétaro, en la calle de Escobedo, y adelantito tenía una tiendita y en esa empezamos a hacer guajolotes y enchiladas. Ahí nos conoció el licenciado José Guadalupe Ramírez Álvarez. Con él creció mucho porque nos recomendaba. Se juntaba mucho con Rogelio Garfias Ruiz, director del Noticias y cuando estábamos en el número 196, que cerrábamos a las 11 de la noche, ahí se quedaban ellos platicando", detalló.

Los visitó el entonces gobernador Rafael Camacho Guzmán, así como la familia Guerra Malo, principalmente Braulio. Añadió que era muy común tener el sitio lleno de gente, pues la comida mexicana sigue siendo un referente en el gusto de la gente, lo que les ayudó a tener un crecimiento amplio a partir de los años setenta, donde se consolidaron como negocio, sobre todo por el sazón y calidad con la que ofrecen su comida.

"Yo creo que lo más importante es la calidad, porque mi mamá siempre ha cuidado eso. Nunca han comprado algo más barato solo por ahorrar, siempre se ha cuidado mucho eso", comentó Andrea Águila Martínez, penúltima de las hijas de este matrimonio.

Las Águilas crecieron junto con la ciudad, sobrevivientes entre las decenas de negocios que los queretanos de antaño recuerdan, pero que dejaron de existir al quebrar o ser cooptados por empresas más grandes, incluso internacionales, en una expansión urbanística de consideraciones, donde han sabido permanecer aún pese a las nuevas generaciones, nuevos negocios y contextos complicados económicamente hablando como las crisis de los años ochenta, la de 1994 e incluso esta pandemia por Covid-19.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

"ME SIENTO ORGULLOSA Y SATISFECHA"

Doña Araceli ha sabido disfrutar de la vida, una filosofía que compartía con su esposo. "¿Para qué el dinero si no lo podemos disfrutar?", dice con firmeza. Las Águilas sacó adelante a su familia, dio trabajo a muchos y fruto de ello salían de vacaciones a la playa, a balnearios, incluso a Europa, cuando ya jubilados tenían más tiempo.

El trabajo fue siempre lo que los sostuvo y por lo que hoy son ahora. En un futuro algunos integrantes de la familia han pensado en abrir alguna sucursal o algún tipo de servicio. Mientras tanto, doña Araceli sigue disfrutando de la vida, de sus nietos, bisnietos y de todo lo que se emprendió y que ahora da sus frutos con una familia y una mesa para comer, y el recuerdo de don Paulino, enraizado en cada parte de este sitio de tradición en la ciudad de Querétaro.

"Ante todo para nosotros es la bendición de Dios. El Señor nos permite todo esto. En mi caso estar con los hijos, al pendiente, porque nada más yo quedé. Me siento orgullosa y satisfecha de que todos estudiaron, que todos están vivos. Todo está muy bien.", concluyó.


Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

Desde 1966 el restaurante Las Águilas ha sido un referente de antojitos mexicanos en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro, donde personalidades del periodismo y la política han degustado en este sitio comandado por don Paulino Águila Uribe -fallecido en 2019- y doña Araceli Martínez González, quienes conformaron un negocio familiar donde hijos y nietos ahora se dedican a esta labor gastronómica.

Queretanos de origen y por generaciones, el matrimonio de los Águila Martínez forjó su camino a base de trabajo; don Paulino aprendiendo cocina en los distintos sitios donde trabajó, como en el área de cocina de el Gran Hotel de Querétaro, mientras que Doña Araceli estuvo a la par, en la parte administrativa, quien dijo aprendió por su cuenta a cocinar ya que don Paulino era algo celoso de su arte; pero lo supo "echando ojo" y como bien comentó "el alumno superó al maestro".

CRECIERON "A BASE DE TRABAJO"

Iniciaron en la calle Hidalgo en el número 196, pero no fue sino hasta 1974 cuando se establecieron en el número 206 de la misma vialidad, donde han permanecido hasta ahora. Buscaron adquirir un terreno en sus comienzos y de ahí generar su negocio, aunque las dificultades financieras impedían dicho propósito, hasta que obtuvieron ayuda de un personaje de esta ciudad, don Carlos Pacheco, quien en 1943 compró la primera panadería en Querétaro, La Vienesa.

"Don Carlos Pacheco, el de la panadería La Vienesa, fue quien me avisó de un terreno en aquel entonces y en cuanto hubo la oportunidad de comprar, estaba una casa viejita y me hizo el favor de prestarme para completar el costo del terreno. Yo tenía ahorrado diez mil pesos y nos pedían 40, y pues nos apoyó mucho, fue un gran hombre. Terminamos de pagar ese préstamos y nos hicimos del terreno y así empezó poco a poco", dijo.

Añadió que duraron cerca de seis años en preparar el negocio que tendrían, "todo a base de trabajo". Doña Araceli relató que fue en 2001 cuando dejaron de trabajar oficialmente, el momento del retiro. "Mi esposo empezó a tener problema, como fue diabtético, en sus ojitos y le dije que me echara la mano pues me lo llevé a Houston, Monterrey y luego aquí. Entonces nos echó la mano nuestra hija y ya llegamos y pues ella nos dijo que se quedaba y que nosotros descansáramos", recordó.

Susana, Silvia, Alicia, Rubén, Elsa, Blanca, Andrea y Araceli, son las y los hijos de este matrimonio. Actualmente son Silvia y Elsa quienes se mantienen en activo; la primera durante el turno vespertino y la segunda en la mañana. Sin embargo, entre los nietos y sobrinos algunos han estudiado para chefs, y básicamente la comida es parte esencial de esta familia.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

EL QUERÉTARO DE LOS AÑOS SETENTA

"Cuando llegamos aquí ya teníamos mucha clientela. Empezamos pidiendo permiso a mi mamá, pues ella vivió cerca de donde estaba el Diario de Querétaro, en la calle de Escobedo, y adelantito tenía una tiendita y en esa empezamos a hacer guajolotes y enchiladas. Ahí nos conoció el licenciado José Guadalupe Ramírez Álvarez. Con él creció mucho porque nos recomendaba. Se juntaba mucho con Rogelio Garfias Ruiz, director del Noticias y cuando estábamos en el número 196, que cerrábamos a las 11 de la noche, ahí se quedaban ellos platicando", detalló.

Los visitó el entonces gobernador Rafael Camacho Guzmán, así como la familia Guerra Malo, principalmente Braulio. Añadió que era muy común tener el sitio lleno de gente, pues la comida mexicana sigue siendo un referente en el gusto de la gente, lo que les ayudó a tener un crecimiento amplio a partir de los años setenta, donde se consolidaron como negocio, sobre todo por el sazón y calidad con la que ofrecen su comida.

"Yo creo que lo más importante es la calidad, porque mi mamá siempre ha cuidado eso. Nunca han comprado algo más barato solo por ahorrar, siempre se ha cuidado mucho eso", comentó Andrea Águila Martínez, penúltima de las hijas de este matrimonio.

Las Águilas crecieron junto con la ciudad, sobrevivientes entre las decenas de negocios que los queretanos de antaño recuerdan, pero que dejaron de existir al quebrar o ser cooptados por empresas más grandes, incluso internacionales, en una expansión urbanística de consideraciones, donde han sabido permanecer aún pese a las nuevas generaciones, nuevos negocios y contextos complicados económicamente hablando como las crisis de los años ochenta, la de 1994 e incluso esta pandemia por Covid-19.

Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

"ME SIENTO ORGULLOSA Y SATISFECHA"

Doña Araceli ha sabido disfrutar de la vida, una filosofía que compartía con su esposo. "¿Para qué el dinero si no lo podemos disfrutar?", dice con firmeza. Las Águilas sacó adelante a su familia, dio trabajo a muchos y fruto de ello salían de vacaciones a la playa, a balnearios, incluso a Europa, cuando ya jubilados tenían más tiempo.

El trabajo fue siempre lo que los sostuvo y por lo que hoy son ahora. En un futuro algunos integrantes de la familia han pensado en abrir alguna sucursal o algún tipo de servicio. Mientras tanto, doña Araceli sigue disfrutando de la vida, de sus nietos, bisnietos y de todo lo que se emprendió y que ahora da sus frutos con una familia y una mesa para comer, y el recuerdo de don Paulino, enraizado en cada parte de este sitio de tradición en la ciudad de Querétaro.

"Ante todo para nosotros es la bendición de Dios. El Señor nos permite todo esto. En mi caso estar con los hijos, al pendiente, porque nada más yo quedé. Me siento orgullosa y satisfecha de que todos estudiaron, que todos están vivos. Todo está muy bien.", concluyó.


Foto: Hugo Arciniega | Diario de Querétaro

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