El obispo de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez urgió a fortalecer las tradiciones, esto al inaugurar el altar que cada Viernes de Dolores se coloca en el Jardín Guerrero.
Los altares tuvieron por sede las instalaciones de la delegación municipal en el Centro Histórico, punto en el que cada uno de los barrios tradicionales colocó su propio altar en honor a la Virgen de los Dolores.
Con el altar se recuerda el sufrimiento de la Virgen María ante la "pasión dolorosa de su hijo" y para recuperar esa tradición es que, previamente se invitó a los fieles a colocar un altar en sus casas, como medida para favorecer al proceso evangelizador, así como orientada a favorecer la reconstrucción del tejido social.
Cada altar se compone de los siguientes elementos: el Cristo crucificado, la Virgen Dolorosa, manzanilla, naranja agria con banderitas doradas, flores blancas y moradas, tapete de aserrín, agua de chía con limón para el visitante, germinado de trigo crecido en la oscuridad para dar el color amarillo y motivos de la pasión en color blanco y morado.
La naranja agria representa el dolor de La Virgen, la manzanilla la santidad de Dios, el germinado de trigo que Jesús es el “pan de vida” y el haberlo germinado en la oscuridad fue para representar la resurrección de Jesús, mientras que las flores moradas representan el dolor de la Virgen.
Tradicionalmente el agua de chía se regala a todo transeúnte que se acerca preguntando “¿por aquí lloró La Virgen?”, a lo que quien cuida el altar entrega un vaso de agua respondiendo “por aquí lloró, y sus lágrimas dejó”.