Aculco, Estado de México. El día número 12 de peregrinación de los hombres comienza a las cinco de la mañana, despiertan se alistan y comienzan el andar; dejan a sus espaldas Polotitlán, Estado de México y se dirigen al Campo San Juan Pablo II.
Después de una caminata -aproximadamente dos horas-, con nuevos bríos la columna completa transita por el pasillo final, a un costado de la Hacienda Santa Rosa, ubicada en Aculco, Estado de México, para entrar al campo que denota la constante lluvia que ha caído sobre él.
Conforme se acercan a las amplias zonas revestidas de pasto joven, cada uno de los grupos expresa con júbilo su llegada; donde celebrarán la Santa Misa del día y la ceremonia especial de entrega de medallas, a los hombres de fe que cumplen 25, 50 y 75 años de peregrinos.
La mañana se presentó fresca, ya que los peregrinos tuvieron que echar mano de las chamarras y sudaderas para protegerse del frío del amanecer; al pasar de los minutos el sol hace que los peregrinos entren en calor y se despojan de sus ropas protectoras, el campo de tapiza de sombreros y se descubren los pies para darse baños de sol.
En la periferia del terreno, como ya es de esperarse una fiesta de gastronomía está a su merced: tamales, tacos, quesadillas, gorditas, caldos, huevos al gusto y una gran variedad de guisos, son algunas de las cosas que los peregrinos degustan al mismo tiempo que toman su merecido descanso.
La Misa comienza y los peregrinos atentos participan en las oraciones y cantos con los que ya están familiarizados, pues muchos de ellos llevan años de asistir a lo que ellos llaman “el llamado del Señor”.
Después de un cómodo descanso, casi al medio día los peregrinos continuaron su peregrinar, esta vez por brechas y acotamientos que los lleve hasta Arroyo Zarco; en donde dieron gracias por la llegada en la parroquia de nuestro Señor del Pasito. Este día sumaron 17 kilómetros, que se traduce 20 mil 740 pasos.