La Escuela Miguel Hidalgo y Costilla en la comunidad de Atongo, municipio de El Marqués inicia su jornada, el reloj marca las 8:00 de la mañana y los niños ya están adentro, pocos, muy pocos son los que llegan a la hora.
Las maestras empiezan a formar a los alumnos para que ingresen en orden al salón, el ambiente que se respira es verdaderamente tranquilo, en orden, no hay estrés ni filas de autos en la entrada, alrededor de las 9:30 algunos niños salen del salón con rumbo al baño, todos llevan una canasta con papel y una toalla, el orden en este plantel es impresionante, absoluto.
Ningún maestro es originario de la comunidad, la mayoría vienen de Querétaro, Corregidora, La Cañada, pero llama la atención tres maestras que vienen desde Jalpan, dejaron atrás a la familia y seres queridos para venir y dar clases.
Cada fin de semana emprenden casi tres horas y media de camino, todos los viernes desde la salida y regresar los domingos, se organizan y viajan a veces juntas, otras en camión.
La maestra Regina Ledesma de tercer año de primaria dicta la clase, los niños ordenados y atentos, les pregunta y participan, le tienen un gran respeto.
“Llevo dos años como docente, estuve siete años en un puesto administrativo en servicios regionales en Jalpan, tenía mi licenciatura y se me dio la oportunidad de hacer el examen y me animé, lo pasé, y aquí estoy”.
Dejó a su hijo de 14 años en Jalpan, lo ve cada semana, “en lo personal es por dos razones, una porque me gusta mi oficio, mi profesión la otra por necesidad, cuando nos asignan plaza no nos dan oportunidad de escoger, nos dan una lista de escuelas y donde nos toque”.
A las 10:30 suena la chicharra, tenía años sin escuchar ese sonido, el grito de los niños inunda los pasillos y del patio principal, salen con balones, en grupos, corriendo, como en todas las escuelas hay mamás que les llevan el lunch a sus hijos.
La maestra Janet Chávez Zavala de quinto grado, es muy organizada, cuenta que desde pequeña era la niña que siempre jugaba a ser maestra, nunca dejó ese sueño hasta que lo logró; es originaria de Michoacán pero los caminos del amor la llevaron a Jalpan y ahora a Atongo, renta una pequeña habitación en esta comunidad, es la única de la escuela que vive aquí.
Cuando le dieron su plaza fue para cubrir un interinato en una escuela de San Juan del Río, pero finalmente optó por acudir a la primaria de Atongo.
“Un alumno que no sabía leer, estaba en cuarto año, llegué en ese interinato, trabajé con él nos apartábamos para dedicarle más tiempo, antes de que me cambiaran el niño empezó a leer y la mamá se acercó muy contenta y me dio las gracias por aprender a leer, algo que no había logrado en ciclos anteriores”.
María del Carmen Reséndiz Bautista, maestra de quinto ha dado clases en Tolimán y en Santa Cruz, municipio de El Marqués, mamá de una pequeña de cuatro años que a todos los municipios donde la asignan la lleva, recuerda lo difícil que es dejar a la familia atrás y se le inundan los ojos, reconoce que ser maestra ha sido un gran esfuerzo y como mamá soltera el doble.
“Es mucho sacrificio el que hacemos en primer lugar porque dejamos a nuestra familia, a todos siempre les digo a mis niños que valoren a su familia porque nosotros que estamos lejos quisiéramos estar allá con ellos, entonces pienso que es el sacrificio más grande porque estoy sola con mi hija, pienso que ese es el gran sacrificio pero los niños y los papás se vuelven otra familia”.
Terminando la jornada de clases se disponen a departir una pequeña comida, el director les da un obsequio a cada uno “a veces si no nos festejamos nosotros mismos, pues entonces quién lo haría”; comparte unos refrescos, barbacoa y un flan, agradece su aportación y entrega diaria, “para los que tenemos la convicción de venir y enseñar es un orgullo ser maestro”.
