Los malos olores son una contaminación invisible que afecta a colonias, fraccionamientos y comunidades en Querétaro.
Cientos de familias son perjudicadas en su vida diaria al tener que convivir con aromas fétidos provenientes de fábricas, ríos contaminados, establos y alcantarillado, que generan diversos malestares a la salud de las personas expuestas a esto y que se acrecienta en periodos de lluvia o cuando los vientos arrastran el olor.
Santa María Magdalena, El Rocío, El Tepetate, Jurica, Peñuelas en la capital queretana y comunidades como Calesa y El Colorado en el municipio de El Marqués, son algunos de los sitios con mayor predominancia de olores que traen consecuencias para sus habitantes como dolores de cabeza, náuseas e incomodidad, principalmente cuando estos surgen por periodos, por lo que su olfato no se asimila por completo.
"Aquí en Invierno en El Tepetate, cada que llueve apesta muy feo. Se botan las coladeras y empieza a haber una cascada de agua negra. Y en Santa María Magdalena, cada que llueve se alborota el río y huele a agua negra. Y también por la fábrica Agrogen hay un olor medio fétido casi todo el tiempo", indicó Rosa Ortíz, residente de Santa María Magdalena y quien es dueña de una cafetería en el barrio de El Tepetate.
La contaminación odorífera puede provenir de diversos espacios o afectaciones pluviales o de negocios cercanos, como en el caso de la calle José María Truchuelo en la colonia Reforma Agraria, donde vecinos han denunciado los malos olores provenientes de un pequeño emprendimiento de producción de manteca, donde presumen se cocina carne en descomposición. Aun con denuncias no se ha actuado al respecto.
"En la calle de mi casa están cocinando carne en descomposición y es un tema que tenemos años. Según cocinan manteca y hemos hecho algunas cosas con las autoridades, pero según esta persona tiene conocidos en la delegación y por eso solo se calma un rato, pero en serio huele peor que perro muerto", reclamó un vecino de esta zona, quien por motivos de seguridad decidió omitir su nombre.
En la comunidad de Calesa, el olor de la fábrica Pilgrim´s Pride llega con las corrientes de viento, que afecta incluso hasta los estados de ánimo de las personas. Al ser un lugar de tránsito obligatorio para acceder a la Carretera México-Querétaro las personas tienen que lidiar con ello cada que se trasladan al trabajo o algún otro sitio. Un caso que no es nuevo, pues refieren hubo una fábrica cementera por los alrededores que tuvieron que reubicar por el mismo asunto.
"Sí tenemos problema, porque cuando el aire viene para acá sale todo el olor. Estamos rodeados de empresas. Cuando viene para acá llega bien fuerte, muy penetrante. La época donde más se da es con los aires. Ya tiene muchos años, desde que la empresa está ahí. Y pues ya qué se puede hacer, más que acostumbrarse", indicó Roberta, dueña de una miscelánea en esta comunidad.
Algunas industrias, por el tipo de producto que generan, ocasionan malos olores. Sin embargo, otros puntos de emisión son los drenajes y alcantarillas, con los que la gente convive cada periodo de precipitaciones. El pueblo de Jurica, pasando por el anillo vial Fray Junípero Serra es un caso, y otros se dan en colonias como Carrillo Puerto, Campo Militar y Peñuelas.
"Por avenida Platón hay una fuga de aguas negras desde hace una semana y media" refiere Carlos Sandoval, quien ha reportado ante las autoridades sin ninguna solución hasta la publicación de esta nota. "Llega a pasar un poco seguido. Las lluvias caen muy fuerte por aquí, porque estamos en alto y se hace un relajo con el agua desde Menchaca, lo que trae basura y que se den estas fugas que huelen horrible", añadió José Rodríguez, también habitante de Peñuelas.
Otros casos donde el mal olor es un problema son en las zonas aledañas a los establos urbanos como en la colonia El Rocío, un terreno proveniente desde que esta colonia era una hacienda y que poco a poco ha cedido terreno ante el crecimiento de vivienda, la construcción de una plazuela y la modificación de avenida Revolución, cuyos habitantes se acostumbraron a vivir con el aroma de decenas de vacas que hasta la fecha, aunque en menor grado, prevalece.
"Ya nos acostumbramos al olor. Desde que llegamos ya estaba el establo, a nuestros hijos les gustaba asomarse para ver las vacas, pero el olor luego sí se hacía más fuerte por temporadas. Luego nos venían a visitar amigos o familiares y esto parecía una comunidad, decían, que por el olor pensaban que estábamos bien lejos, sobre todo cuando no había ni camiones. Pero aquí el olor a vaca ya es tradición", refirió Alfredo, quien es habitante de la colonia y despachador de gasolinera a un costado del establo.