La salud mental de la niñez es un tema que se ha relegado durante mucho tiempo, incluso por la relativamente reciente concepción que se tiene de las infancias, sin embargo, para la especialista Izel Landaverde, la pandemia ha sido una oportunidad para revalorar los factores que inciden en ella, así como un ejemplo de adaptación y resiliencia en los menores.
“El contexto de la pandemia marca un antes y un después en las formas de pensar la niñez y las formas de atenderla. No sólo ha venido a mostrarnos las condiciones de desigualdad que muchos viven, sino también a mostrar los puntos en los que el estado como la gente de a pie tenemos que trabajar puntos débiles, donde quizá hemos dejado de atenderlos”.
Para la especialista, el concepto de salud mental en la niñez es complejo, pues incluye múltiples factores, entre los que se encuentran el desarrollo emocional, cognitivo y en el contexto social en el que viven los menores.
“Abarca varias esferas de la vida de ellos, desde la socialización hasta el desarrollo cognitivo, la familia, las condiciones del contexto social en el que viven. No sólo es preocuparnos por la mente sino también por la vida diaria de las y los niños”, manifestó.
A los niños que han vivido poco más de un año de pandemia, “les ha tocado vivir situaciones duras, sobre todo el confinamiento y el distanciamiento social”, sostuvo Landaverde, puesto que ha implicado para ellos el aprender que esas medidas han sido necesarias para mantener la salud.
Además, la psicóloga clínica consideró que uno de los desafíos a los que se han enfrentado a sus cortas edades, es el “encontrar o construir recursos para explicarse lo que está pasando, sabemos que la pandemia tiene que ver con cosas que hacemos y no los seres humanos, como el cuidado del medio ambiente y el respeto en las prácticas de interacción con nuestro entorno.
A pesar de que el escenario actual para la niñez pudiera parecer una cuestión difícil e inclusive catastrófica, la psicóloga consideró que se trata de una oportunidad importante para que se puedan replantear cómo relacionarse de una manera más saludable con el entorno, los semejantes y el medio ambiente.
“Ellos y ellas lo han logrado entender, asimilar y seguir de una manera bastante disciplinada las indicaciones como el uso de cubrebocas y el lavado de manos. Los casos con los que yo me he topado me dan cuenta de una resiliencia muy importante en la niñez, de la capacidad que tienen para adaptarse y ser agentes activos en situaciones como esta”, aseguró.