/ viernes 23 de marzo de 2018

Musulmanas aseguran no ser discriminadas

91.9%

la proporción de población que se declara católica en Querétaro.


Segunda y última parte

El sol comienza a caer en una tarde queretana, no así la temperatura, que se registra aún entre los 25 grados centígrados.

Sobre los corredores y banquetas de avenida Universidad se advierten personas que portan playeras sin mangas y shorts, nada extraordinario considerando el clima; sin embargo, es entre esta muchedumbre que una mujer sobresale, su nombre es Ingrid Ruiz Velasco Gómez, musulmana que cubre de ropa todo su cuerpo y utiliza un hiyab -velo que le tapa la cabeza- de manera cotidiana.

La joven nayarita de 27 años de edad comenzó su camino a esta fe hace algún tiempo, pero fue en Querétaro, donde radica desde 2011, que finalmente decidió abrazar la doctrina islámica hace dos años.

Ella es parte de una religión minoritaria en la región y la profesa en un contexto en el que la mayoría se confiesa católico. De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a nivel nacional, 89.3 por ciento de las personas se consideran católicos; pero Querétaro supera esta cifra, pues 91.9 por ciento de los queretanos dijeron ser parte de esta fe (Panorama de las religiones en México, 2010).


LIBRE DE JUICIOS

Ante este contexto, Velasco Gómez asegura no sentirse discriminada por su forma de vestir o por pertenecer a una minoría religiosa, sabe que la mayoría de las miradas que atrae son curiosas y libres de juicios, según comparte en entrevista con Diario de Querétaro.

“Aquí en Querétaro no (ha notado un fuerte rechazo o discriminación), aquí es más una reacción curiosa; algunas personas mayores sí me ven mal, pero yo ya me acostumbré”, señala la entrevistada.

Al momento de la charla, la joven porta una chamarra negra de cuero, “generalmente uso prendas de manga larga, pero creo que hoy sí no hice una buena elección”, ríe mientras se ventila el rostro.

A la chaqueta le ha sumado otras prendas que sólo le dejan expuestas las manos, pero la mayor característica en su vestuario se la da el jiyab; porta uno en color vino.

Esta forma de vestir, comparte, fue uno de los elementos que le hicieron tomar la decisión de convertirse a este culto.

“Cuando me dijeron que aquí no debes tomar, que no debes hacer algunas cosas, que debes estar cubierta por modestia, porque yo nunca fui de exhibirme, dije: eso me gusta, está bien argumentado. Desde ahí dije: está bien, voy a seguir”, compartió.

En entrevista por separado, Wafik Darwich, presidente de la comunidad musulmana en Querétaro, señala que el pedirle a la mujer que salga con prendas que la cubren, es una forma de protegerla de las miradas.

“La mujer no esta oprimida, al contrario, al ponerse el hiyab ya se está liberando de muchas cosas, de los piropos de la calle, de que la vean como un objeto nada más. Ella (la mujer en general) es productiva y puede estar en una empresa”, señaló.

Las musulmanas no están obligadas a utilizar el hiyab o el niqab - prenda que sólo les deja los ojos expuestos -, tampoco a casarse, aunque si optan por el matrimonio deben elegir a un musulmán. Los hombres, por su parte, pueden unirse con mujeres de otra religión y los códigos de vestimenta son menos rígidos para ellos.

A Ingrid no le molestan las diferencias que la religión establece entre los dos géneros, asegura que cada quien tiene su rol en la sociedad y dentro del propio culto.

Está consciente de que hay sociedades conservadoras que mantienen el rol femenino subyugado al hombre, “… pero esas costumbres no tienen nada que ver con la religión. Hay un punto entre lo cultural y lo religioso y muchas veces no se nota la diferencia, es como en algunos pueblos en México (donde hay machismo), pero no tiene que ver directamente con la religión”, explica.

La estudiante de la Escuela de Laudería comparte además que uno de los argumentos que la llevaron a abrazar el Islam, fue la idea de monoteísmo que predican como dogma de fe.

Según se advirtió en la entrevista, la joven conversa al Islam no entendió el concepto trinitario que ostenta el catolicismo.

“Algunos cristianos le rezan (a Jesús) como a Dios, y dije: esto no me cuadra, y en el Islam, que es una religión monoteísta, señalan que sólo debe haber uno. Creemos en Jesús también, pero como profeta”, acota.


¿Boda gay? Si me invitan, yo voy

Sin embargo, la joven está consciente de que el mundo musulmán comparte ciertos valores con el cristianismo. Ambas religiones rechazan el aborto, no consienten las uniones homosexuales, ni la adopción de niños por parte de parejas homoparentales.

Se espera además que hombres y mujeres lleguen vírgenes al matrimonio. “Las mismas leyes que se aplican al hombre, se aplican a la mujer y viceversa, aunque hoy en día, en países occidentales, es muy difícil que eso sí cumpla, muy difícil”, acepta Wafik.

Ingrid Yoseline comparte de cierta manera estos valores; sin embargo, se dice tolerante a las prácticas liberales que imperan en la sociedad.

- Las generaciones jóvenes parecen huir de la religión, y muchos incluso se confiesan ateos. ¿Quienes adoptan una fe, son la excepción?, se le pregunta.

“Ya muchos dicen: soy ateo, somos ateos. Yo lo llegué a decir, pero en mi pubertad, digamos. Era un acto de rebeldía”.

¿No te parece que usar el jiyab es también un acto de rebeldía?

“Ay sí, se oye bien, de rebeldía y de valentía”, apunta.

- Las religiones profesan ideas que parecen alejar a los jóvenes. El antiaborto, la no aceptación de uniones homosexuales, la restricción para que las parejas monoparentales adopten niños. ¿Qué opinión tienes de esas posturas?

“La religión sí (profesa estos lineamientos), pero mi caso… a mí me da igual. (…) Mi modo de pensar ya no es tanto religioso, si a mí no me hacen daño, pues que hagan lo que quieran. Cada quien toma sus decisiones, yo no me puedo meter en la vida de los otros. Yo no abortaría. Yo no soy gay, no habría manera de casarme con alguien (del mismo sexo)”.

- Y si un amigo gay o alguien cercano se casa, ¿lo aceptarías?

“Si me invita a su boda, yo iría, yo voy”, afirma.


Los musulmanes y las musulmanas…

Wafik Darwich presume con cierta satisfacción el lenguaje incluyente que aparece en el Corán. En días en los que el feminismo puja por un lenguaje inclusivo, el imam queretano hace notar que “El Libro” expresa este valor.

“Dios les tiene reservado su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y a las musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y a las justas, a los pacientes y a las pacientes, a los humildes y a las humildes…” (Corán 33-35)

Esta característica, acota Wafik, es única entre las principales religiones, por lo que considera infudamentados los prejuicios que tiene el Islam sobre su supuesto machismo y sus prácticas inequitativas u opresoras contra la mujer.

“El Islam está en contra del machismo, hay mucha diferencia entre tradición y religión y lamentablemente muchos confunden la religión con la tradición”, acota.

Sin embargo, este credo sólo permite imames (guías musulmanes) del sexo masculino.

En este sentido, el libro “La mujer en el Islam”, de Sharif Abdul Adim, hace notar que el mito de la creación, que protagonizan Adán y Eva, es distinto entre la concepción judeocristiana y el Islam.

En el Génesis bíblico, Eva es señalada como la culpable de tentar a Adán para desobedecer a Dios, mientras que el Corán los hace corresponsables del hecho a ambos.

“Creo que somos víctimas de la narrativa de los medios de comunicación, que buscan retratarnos como terroristas y conservadores, seguramente con el fin de disfrazar sus verdaderos intereses”, refiere Wafik.

A pesar de esto, las musulmanas siguen sufriendo el estigma de modelos patriarcales que imperan en las sociedades del mundo.

Para hacer frente, grupos feministas se han constituido dentro de los círculos islámicos, uno de ellos es Musulmanas Latinas AC, que se asume como “una Red de Musulmanas Latinas activas en nuestras comunidades que ofrece servicios para fomentar el desarrollo del ser humano en el ámbito educativo, social y cultural, ayudando a mejorar su calidad de vida”.

“Nuestra Asociación Civil – añaden- trabaja arduamente en los campos educativos, sociales y económicos, con la finalidad de mejorar la interacción de las musulmanas latinas con la sociedad”.

Al advertir oportunidades de mejoras en el campo de los Derechos Humanos, la entrevistada asegura que estos grupos son de enorme ayuda para lograr sociedades más justas.

“Hay grupos que nos apoyan en temas de equidad y sobre todo para garantizar nuestros derechos, porque hay mucho por hacer”, sentencia Ingrid Ruiz.


91.9%

la proporción de población que se declara católica en Querétaro.


Segunda y última parte

El sol comienza a caer en una tarde queretana, no así la temperatura, que se registra aún entre los 25 grados centígrados.

Sobre los corredores y banquetas de avenida Universidad se advierten personas que portan playeras sin mangas y shorts, nada extraordinario considerando el clima; sin embargo, es entre esta muchedumbre que una mujer sobresale, su nombre es Ingrid Ruiz Velasco Gómez, musulmana que cubre de ropa todo su cuerpo y utiliza un hiyab -velo que le tapa la cabeza- de manera cotidiana.

La joven nayarita de 27 años de edad comenzó su camino a esta fe hace algún tiempo, pero fue en Querétaro, donde radica desde 2011, que finalmente decidió abrazar la doctrina islámica hace dos años.

Ella es parte de una religión minoritaria en la región y la profesa en un contexto en el que la mayoría se confiesa católico. De acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), a nivel nacional, 89.3 por ciento de las personas se consideran católicos; pero Querétaro supera esta cifra, pues 91.9 por ciento de los queretanos dijeron ser parte de esta fe (Panorama de las religiones en México, 2010).


LIBRE DE JUICIOS

Ante este contexto, Velasco Gómez asegura no sentirse discriminada por su forma de vestir o por pertenecer a una minoría religiosa, sabe que la mayoría de las miradas que atrae son curiosas y libres de juicios, según comparte en entrevista con Diario de Querétaro.

“Aquí en Querétaro no (ha notado un fuerte rechazo o discriminación), aquí es más una reacción curiosa; algunas personas mayores sí me ven mal, pero yo ya me acostumbré”, señala la entrevistada.

Al momento de la charla, la joven porta una chamarra negra de cuero, “generalmente uso prendas de manga larga, pero creo que hoy sí no hice una buena elección”, ríe mientras se ventila el rostro.

A la chaqueta le ha sumado otras prendas que sólo le dejan expuestas las manos, pero la mayor característica en su vestuario se la da el jiyab; porta uno en color vino.

Esta forma de vestir, comparte, fue uno de los elementos que le hicieron tomar la decisión de convertirse a este culto.

“Cuando me dijeron que aquí no debes tomar, que no debes hacer algunas cosas, que debes estar cubierta por modestia, porque yo nunca fui de exhibirme, dije: eso me gusta, está bien argumentado. Desde ahí dije: está bien, voy a seguir”, compartió.

En entrevista por separado, Wafik Darwich, presidente de la comunidad musulmana en Querétaro, señala que el pedirle a la mujer que salga con prendas que la cubren, es una forma de protegerla de las miradas.

“La mujer no esta oprimida, al contrario, al ponerse el hiyab ya se está liberando de muchas cosas, de los piropos de la calle, de que la vean como un objeto nada más. Ella (la mujer en general) es productiva y puede estar en una empresa”, señaló.

Las musulmanas no están obligadas a utilizar el hiyab o el niqab - prenda que sólo les deja los ojos expuestos -, tampoco a casarse, aunque si optan por el matrimonio deben elegir a un musulmán. Los hombres, por su parte, pueden unirse con mujeres de otra religión y los códigos de vestimenta son menos rígidos para ellos.

A Ingrid no le molestan las diferencias que la religión establece entre los dos géneros, asegura que cada quien tiene su rol en la sociedad y dentro del propio culto.

Está consciente de que hay sociedades conservadoras que mantienen el rol femenino subyugado al hombre, “… pero esas costumbres no tienen nada que ver con la religión. Hay un punto entre lo cultural y lo religioso y muchas veces no se nota la diferencia, es como en algunos pueblos en México (donde hay machismo), pero no tiene que ver directamente con la religión”, explica.

La estudiante de la Escuela de Laudería comparte además que uno de los argumentos que la llevaron a abrazar el Islam, fue la idea de monoteísmo que predican como dogma de fe.

Según se advirtió en la entrevista, la joven conversa al Islam no entendió el concepto trinitario que ostenta el catolicismo.

“Algunos cristianos le rezan (a Jesús) como a Dios, y dije: esto no me cuadra, y en el Islam, que es una religión monoteísta, señalan que sólo debe haber uno. Creemos en Jesús también, pero como profeta”, acota.


¿Boda gay? Si me invitan, yo voy

Sin embargo, la joven está consciente de que el mundo musulmán comparte ciertos valores con el cristianismo. Ambas religiones rechazan el aborto, no consienten las uniones homosexuales, ni la adopción de niños por parte de parejas homoparentales.

Se espera además que hombres y mujeres lleguen vírgenes al matrimonio. “Las mismas leyes que se aplican al hombre, se aplican a la mujer y viceversa, aunque hoy en día, en países occidentales, es muy difícil que eso sí cumpla, muy difícil”, acepta Wafik.

Ingrid Yoseline comparte de cierta manera estos valores; sin embargo, se dice tolerante a las prácticas liberales que imperan en la sociedad.

- Las generaciones jóvenes parecen huir de la religión, y muchos incluso se confiesan ateos. ¿Quienes adoptan una fe, son la excepción?, se le pregunta.

“Ya muchos dicen: soy ateo, somos ateos. Yo lo llegué a decir, pero en mi pubertad, digamos. Era un acto de rebeldía”.

¿No te parece que usar el jiyab es también un acto de rebeldía?

“Ay sí, se oye bien, de rebeldía y de valentía”, apunta.

- Las religiones profesan ideas que parecen alejar a los jóvenes. El antiaborto, la no aceptación de uniones homosexuales, la restricción para que las parejas monoparentales adopten niños. ¿Qué opinión tienes de esas posturas?

“La religión sí (profesa estos lineamientos), pero mi caso… a mí me da igual. (…) Mi modo de pensar ya no es tanto religioso, si a mí no me hacen daño, pues que hagan lo que quieran. Cada quien toma sus decisiones, yo no me puedo meter en la vida de los otros. Yo no abortaría. Yo no soy gay, no habría manera de casarme con alguien (del mismo sexo)”.

- Y si un amigo gay o alguien cercano se casa, ¿lo aceptarías?

“Si me invita a su boda, yo iría, yo voy”, afirma.


Los musulmanes y las musulmanas…

Wafik Darwich presume con cierta satisfacción el lenguaje incluyente que aparece en el Corán. En días en los que el feminismo puja por un lenguaje inclusivo, el imam queretano hace notar que “El Libro” expresa este valor.

“Dios les tiene reservado su perdón y una gran recompensa a los musulmanes y a las musulmanas, a los creyentes y las creyentes, a los piadosos y las piadosas, a los justos y a las justas, a los pacientes y a las pacientes, a los humildes y a las humildes…” (Corán 33-35)

Esta característica, acota Wafik, es única entre las principales religiones, por lo que considera infudamentados los prejuicios que tiene el Islam sobre su supuesto machismo y sus prácticas inequitativas u opresoras contra la mujer.

“El Islam está en contra del machismo, hay mucha diferencia entre tradición y religión y lamentablemente muchos confunden la religión con la tradición”, acota.

Sin embargo, este credo sólo permite imames (guías musulmanes) del sexo masculino.

En este sentido, el libro “La mujer en el Islam”, de Sharif Abdul Adim, hace notar que el mito de la creación, que protagonizan Adán y Eva, es distinto entre la concepción judeocristiana y el Islam.

En el Génesis bíblico, Eva es señalada como la culpable de tentar a Adán para desobedecer a Dios, mientras que el Corán los hace corresponsables del hecho a ambos.

“Creo que somos víctimas de la narrativa de los medios de comunicación, que buscan retratarnos como terroristas y conservadores, seguramente con el fin de disfrazar sus verdaderos intereses”, refiere Wafik.

A pesar de esto, las musulmanas siguen sufriendo el estigma de modelos patriarcales que imperan en las sociedades del mundo.

Para hacer frente, grupos feministas se han constituido dentro de los círculos islámicos, uno de ellos es Musulmanas Latinas AC, que se asume como “una Red de Musulmanas Latinas activas en nuestras comunidades que ofrece servicios para fomentar el desarrollo del ser humano en el ámbito educativo, social y cultural, ayudando a mejorar su calidad de vida”.

“Nuestra Asociación Civil – añaden- trabaja arduamente en los campos educativos, sociales y económicos, con la finalidad de mejorar la interacción de las musulmanas latinas con la sociedad”.

Al advertir oportunidades de mejoras en el campo de los Derechos Humanos, la entrevistada asegura que estos grupos son de enorme ayuda para lograr sociedades más justas.

“Hay grupos que nos apoyan en temas de equidad y sobre todo para garantizar nuestros derechos, porque hay mucho por hacer”, sentencia Ingrid Ruiz.


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