En misa dominical celebrada en la Catedral de Querétaro, Templo de San Felipe Neri, el Obispo de la Diócesis de Querétaro, Fidencio López Plaza, llamó al perdón entre miembros de la familia, tan necesario en este tiempo de crisis provocado por la pandemia de Covid-19.
“Estamos aquí para pedir perdón a Dios y a nuestros hermanos por las ofensas cometidas a los diferentes miembros de la familia. Navegamos en la misma barca en la que el mal de uno perjudica a todos, y para recordar que nadie salva solo, que únicamente es posible salvarse en familia, salvarse juntos, salvarse en comunidad”.
Y continuó “estamos aquí para reconocer que no existen –no existen-, repitió, familias perfectas, que necesitamos siempre del perdón de Dios y de nuestros hermanos, que como dice el Papa, el primero en pedir perdón es el más valiente, que el primero en perdonar es el más fuerte, que el primero en olvidar es el más feliz”, señaló.
La Diócesis de Querétaro decretó 2021 como Año de la Familia, marzo como Mes de la Familia y este domingo, desde 2005, se celebra el Día de la Familia.
Fue en misa, a la que solo se permitió la entrada al 25% del aforo, respetando los protocolos sanitarios, que el clérigo reconoció que esta pandemia “ha llegado al núcleo de la familia llamada célula básica de la sociedad, pero también estamos aquí para reconocer, que ha puesto de relieve el papel central de la familia y ha subrayado la importancia de los vínculos entre familias”.
“En nombre de Dios que en su misterio más íntimo no es soledad sino familia (…) Sean bienvenidos todos a la fiesta de la familia de Dios”, dijo a quienes asistieron y a quienes observaron la misa desde las redes sociales.
Estamos aquí hermanos y hermanas -dijo-, “para reconocer que en tiempos de pandemia y postpandemia, con todas sus limitaciones, sigue siendo un lugar de refugio y de estabilidad; pero, sobre todo estamos aquí para refrendar en comunión con los obispos mexicanos el compromiso de seguir construyendo la casita sagrada en nuestra propia familia”.
“Porque ella representa un lugar donde nadie se siente extraño, un lugar de encuentro, de convivencia y cercanía con lo seres queridos, un lugar donde se comparten las experiencias de la vida. Cuando esto no ocurre, cuando no construimos la casita sagrada entre todos, más de uno se sentirá extraño y con mucha facilidad se saldrá de la familia, se irá de la casa”, asentó.
Recordó que el 19 de marzo comienza el año de la familia al señalar las lecturas del tercer domingo de cuaresma, tomando en cuenta que los dos domingos pasados consistieron en la expulsar al maligno de nuestras vidas y la transformarnos desde el interior.
“Yo soy el señor Dios que te saqué de Egipto, de la esclavitud, no tendrás otros dioses frente a mí, no te harás ídolos o figura alguna de lo que está arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua, debajo de la tierra”, señaló al explicar que se trata de sacar cualquier otra creencia y adoración de nuestras vidas, que no sea la de Dios mismo; esa es la tercera tarea en la temporada de Pascua.