El Domingo de Ramos significó un parteaguas para la iglesia Católica, pues fue el marco en el que, al cierre de un año de pandemia, el saldo es devastador, pues no sólo institución ha tenido que lidiar con sus propias crisis internas, sino que como parte de un sector de influencia en la sociedad, y en pleno inicio de Semana Santa, el Obispo de la Diócesis de Querétaro, Fidencio López Plaza, observa un panorama desolador.
“En el contexto de la entrada triunfal de Jesús a las fiestas de pascua, y después de haber escuchado la pasión de nuestro señor Jesucristo, estamos en condiciones para entrar en el misterio divino y contemplar la pasión de nuestro pueblo espantado y agobiado, ya no sólo por la inseguridad y la violencia sino por covid-19, que ha venido a aumentar el miedo y el sufrimiento y las listas de nuestros difuntos”, externó preocupado y agregó:
“Ante estos escenarios, nos preguntamos ¿qué significa celebrar el Domingo de Ramos en este contexto de pandemia que estamos viviendo?, ¿qué tienen que ver la muerte y la resurrección de Jesús con la pasión que está viviendo nuestro pueblo?”.
Sin embargo, dejó claro que quien tiene las respuestas es Dios, dejando entre ver que, aunque las tuviera alguien más no las otorgará, y concediendo “al César lo suyo”, pidió a la feligresía reflexionar.
Y al proponer tener reflexiones de su parte que aclaró, resultan caer más en el área social cultural, que en lo eclesiástico- señaló, al cuestionar si las recomendaciones sanitarias pudieran ser replica de las acciones que se buscan tener en otros ámbitos, el cubrebocas solo es útil para evitar contagios, porque pudieran dársele otras acepciones o, en la práctica, ir generando diversos significados.
“Es impresionante lo que está ocurriendo en el mundo causado por el cambio de época y acelerado por covid-19 consideró que por estos y otros signos de los tiempos que se aúnan Dios nos está invitando a revisar que interpretar el significado qué hay más allá del cubrebocas -el significado- qué hay más allá de las manos limpias y de nuestras relaciones con nosotros mismos con los demás, con la naturaleza y con Dios; y Dios con relación a nosotros mismos”, añadió el jerarca católico.
Y llamó a recapacitar sobre lo grande y al mismo tiempo, de lo frágil y vulnerable que somos los seres humanos. Sin embargo, -como decía el Papa Francisco el miércoles de ceniza- somos polvo, polvo amado por Dios. Esto, en relación con el distanciamiento social que ya es una imposición.
“En relación con los demás, la famosa la distancia recomendada en estos tiempos la importancia del saludo de la cercanía del abrazo de la comunión y de la interdependencia, sin la cual es imposible vivir en relación con la naturaleza”.
Y como sociedad, realizó la analogía de que ahora entendemos la función básica de los pulmones, y de paso, la necesidad del oxígeno que respiramos, y es cada vez más escaso.
El Obispo rescató lecciones valiosas como que en la casa -el hogar-, se respira mejor. Los arroyos y manantiales están sanando y son “más transparentes” que el entorno y, que todas las criaturas tienen también una palabra que comunicarnos en este tiempo pandémico.
En lo que se refiere a la relación con Dios, rescató: “Hemos vuelto a sentir literalmente y más allá de las costumbres hambre y sed de Dios estamos en condiciones de comprender mejor lo que es adorar al padre en espíritu”.
Es así que reforzó que nunca, ninguna otra fe, rezo u oración, será más poderosa para que Dios nos atienda al instante, como lo es el Padre Nuestro, ocupando el lugar místico que le pertenece y el poder de la oración de intercesión mansa y humilde.
“Es hoy, con más lucidez lo que ha sido siempre el refugio y la medicina que cura no sólo las enfermedades del cuerpo sino también las del alma estoy seguro. Hermanas y hermanos: estoy seguro de que, con esta clave de lectura podríamos encontrar una respuesta tantas preguntas que por esta conmoción social estamos viviendo”, dijo.
Para ello insistió en la reflexión y en ella redescubrir mejor los valores que hemos desordenado y recuperar el auténtico sentido de la vida para el que fuimos eternamente ideados.
La segunda reflexión versó acerca del triunfo de Jesús a su arribo a Jerusalén, esperando que sea de igual contundencia y la entrada triunfal de la paz sobre la violencia; del triunfo de la sencillez sobre la hipocresía; de la alegría sobre la tristeza; de la vida sobre la muerte; del amor sobre el odio -que es el Anticristo”,
Finalmente, y en la humildad y humanidad que lo caracteriza, el Obispo dio a entender que toda fiesta religiosa pública acostumbrada, como las representaciones de la Pasión de Cristo (misma que la sociedad representa actualmente y todos los días, por fuerza), los viacrucis, la visita de las Siete Casas, entre otras procesiones no están permitidas por autoridades (que ha llamado a propios y extraños a no vacacionar), ni por la Diócesis.