Para Pablo el tener que festejar el Día del Padre es trasladarse a su lugar de origen que es en Tierra Blanca, Guanajuato, donde vive su familia, a hora y media de Querétaro; dijo tener tres hijos, pero que para ellos es aún más complicado visitarlo porque trabajan en fábrica.
El hombre se dedica a la venta de zacate, canastas de tortillas, aventadores y escobetillas, lo cual hace en un espacio pequeño en el piso sobre la calle Ezequiel Montes. “A veces me va bien y a veces no, pero quiero pasarla con mi familia, al cabo ya me hacen descuento con la credencial del INAPAM”, expresó el hombre de 60 años.
Incluso, se tomó un tiempo para buscar entre su mochila la credencial del Instituto Nacional para las Personas Adultas Mayores, misma que tiene bien conservada y que le sirve para conseguir descuentos en los pasajes cuando viaja a su tierra natal.
Llega a su puesto desde las nueve de la mañana y se va hasta las cinco de la tarde, cuando quiere sacar algo más, porque afirmó que las ventas no siempre son buenas, aunque de repente le va bien, porque hay personas que ya lo conocen y saben lo que puede venderles.
Pablo mencionó que tiene cuatro hijos, pero que todos están en Tierra Blanca, por lo que hará lo posible por estar cerca de ellos para convivir este domingo Día del Padre. De acuerdo con el comerciante tiene más de 30 años de haber llegado de Guanajuato a radicar en Querétaro.
Argumentó que sólo llegó a tercero de primaria, pero que no le fue suficiente para aprender a leer y escribir, por lo que toda su vida mejor se ha dedicado al comercio.
Al principio de la conversación, Pablo se mostró algo apenado, aunque sí accedió no sin antes bajar el volumen de su bocina, la cual dijo que carga para todos lados, porque le parece monótono el sólo pasar a la gente para ver quién le compra.
“A veces me va bien, pero en otras no tanto. Hay que ver la manera de sacar algo para comer. Hay días en que me pongo del otro lado, en la otra banqueta, para ver si me va mejor”, añadió el oriundo de Tierra Blanca, Guanajuato.
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Mientras tanto, el sábado continuaba en su improvisado puesto sobre la banqueta de la calle Ezequiel Montes, con la esperanza de que le fuera bien, para tener algo en caso de viajar para reunirse con sus hijos este domingo Día del Padre.