Paola Sosa tiene apenas 18 años y estudia ingeniería en mecatrónica en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, es becaria del programa Talento Emprendedor; desde niña, su gran motivación ha sido su padre, un ingeniero que siempre ha motivado a sus hijas a incursionar en el mundo de la ciencia.
La universidad en la que estudia fue un sueño que tuvo desde pequeña y que le parecía difícil de cumplir, pero por la beca que obtuvo, ahora se volvió una realidad, Paola recuerda que “desde que era niña, el contacto con la tecnología estuvo siempre, conforme fui creciendo me interesé más y forjé el lazo con mi papá, que es ingeniero”.
Sostuvo que la fortaleza y el carácter que forjan las niñas y niños viene de la crianza y el reconocimiento de los méritos en casa: “yo puedo decir que he tenido un gran privilegio, porque mis papás siempre nos han empoderado, con indiferencia del género”.
A pesar de que el mundo es incierto y en ocasiones el sobresalir en el ámbito profesional es complicado, sus padres consideran a la tecnología como una vía para el desarrollo, por lo que siempre fomentaron el estudio y la cercanía con las áreas vinculadas entre sus dos hijas y su hijo.
Aunque en las aulas de sus centros de estudio se percibía cierto interés por las pequeñas en desempeñarse en las ciencias exactas, refirió que “de mi salón de secundaria yo fui la única que decidió estudiar ingeniería”.
En un ambiente tradicionalmente asociado a los varones, Sosa aseguró que “los prejuicios y estigmas los encontré en la preparatoria, cuando estudié la carrera técnica en mecatrónica, iba muy adelantada en comparación de mis compañeros, ya tenía otras ideas y objetivos y la incredulidad y envidia era muy marcada”, señaló, también que daban por hecho que su papá e incluso los profesores asumían que su papá lo hacía por ella.
Sobre el papel de las mujeres en la ciencia, consideró que “de 40 años para acá, las mujeres científicas tuvieron la tarea de abrir realmente esas brechas, era un mundo totalmente cerrado o de plano los avances o investigaciones de las mujeres eran ignoradas totalmente o de manera descarada robadas por los hombres”.
Ahora, si bien las cosas han cambiado, aún queda mucho por hacer, y de acuerdo con la joven universitaria “la problemática recae en las oportunidades económicas de qué tanto empoderan a las niñas y la accesibilidad que tienen (…) ahora nos toca la visibilización y construir estos puentes”.
“Estoy enfocada en el desarrollo de la tecnología que estoy haciendo y en hacerlo realidad al capitalizarlo en una empresa, me veo movilizando y siendo parte del desarrollo de tecnología que necesita el país”, refirió.
A las niñas que no han considerado incursionar en las áreas, les diría que “no hay ningún camino que sea más digno que otro, si están inclinadas por un camino de humanidades o algo distinto, es totalmente válido, pero deben saber que tienen la capacidad de hacer lo que ellas quieran, pero tienen que probar de todo”.
No obstante, consideró que es a los adultos que rodean a las niñas a quienes deberían dirigirse los mensajes, puesto que “nosotros aspiramos a lo que queremos ser con los modelos a seguir, referentes y estímulos que tenemos a nuestro alrededor, entonces, si nosotros, como adultos tenemos el poder de crear sueños y aspiraciones con ejemplos, debemos plantear la sociedad que queremos (…) si no conoces algo, cómo vas a tener el interés por hacerlo”.