Paty Jiménez celebra 50 años de peregrinar

Como testimonio de amor y fe, recibió su medalla y comparte que la guadalupana le da fuerza y paz

Alejandro Payán Vázquez/Enviado

  · sábado 27 de julio de 2019

Cargando un mecate a la espalda, la señora María Elena empezó su camino en la peregrinación/ESPECIAL.

La virgen nos da nuestra fuerza, paz y la tranquilidad ellos, cambian nuestra vida, nos mueve la fe y el amor

María Elena Patricia Jiménez,

peregrina de 50 años.


Los testimonios de las mujeres que cumplen más de 50 años de peregrinar al Tepeyac son una muestra de la historia, de la manera en la cual la fe ha movido literalmente montañas y construido caminos guiados por la fe y la devoción a la virgen de Guadalupe.

María Elena Patricia Jiménez Noria originaria de La Piedad en El Marqués empezó a venir a los 20 años, cuando joven recuerda que tenía la fuerza de cargar en la espalda trastes, pocillos, sartenes y mecates con los cuales cruzaban caminos y ríos.

Hasta seis kilómetros de largo formó la columna de mujeres/MARTÍN VENEGAS

“Empecé a caminar con el decanato de La Cañada, siempre llevábamos un mecate para brincar el río antes de llegar el bosque, caminábamos con sandalias, comíamos, frijolitos, verdolagas y quelites, cargábamos nuestro petate, nuestro morral y nuestro guaje para el agua”.

Desde los primeros años de la peregrinación femenina, María Elena comprendía que la dificultad del camino representaba un acto de amor, en el cual prefirió no llevar a sus hijas hasta que fueran lo suficientemente fuertes para aguantar el trayecto.

“Este camino tiene historia, yo dejaba a mis niños chiquitos con mi esposo, con mi abuelita, pero aquí estoy me siento muy orgullosa porque no es fácil el camino de Jesús, tenemos muchos tropiezos”.

Reconocidas por su caminar a lo largo de 50 y 25 años./MARTÍN VENEGAS

Ahora ya viene acompañada de sus hijas, las cuales el próximo año cumplirán 25 y 20 años de camino, empezó con esta tradición que espera que siga a las próximas generaciones.

“Lo que nos mueve es nuestra fe y amor a Dios, el amor a nuestra madre y con ella caminamos en el camino, ella nos da nuestra fuerza, paz y la tranquilidad ellos, cambian nuestra vida, nos mueve la fe y el amor”, finalizó.