A sólo un día de llegar a la casa de la Virgen de Guadalupe; lugar donde todos los peregrinos se desprenden de sus problemas y sacrificios, dedican los segundos que la ven, para dar gracias por los que cada uno de ellos les ha dado; ya sea salud, trabajo o algún otra cosa que ellos le llaman “milagro”.
El día 15 de peregrinación, inició para los hombres sobre las tres de la mañana, alistaron sus cosas, recibieron la bendición antes de comenzar con la caminata -como todos los días- dejaron Tepeji del Río y la próxima parada fue Cuautitlán, Estado de México.
Pasadas las ocho de la mañana los peregrinos hicieron el descanso obligado, para almorzar, descansar y celebrar la Santa Misa, que gracias al buen clima que se ha presentado en los días pasados, el campo también presentó buenas condiciones, ofreciendo un buen descanso a toda la columna de los varones.
Los jóvenes se siguen destacando de entre todos los convocados que llegarán a la Casita del Tepeyac, por su entusiasmo, fortaleza y energía que contagia hasta a los más débiles, aplauden, brincan y cantan dentro y fuera de la columna.
El cansancio de los “jóvenes de corazón” dicen los padres, se refleja en su rostro, pero ninguno ha desistido de andar por el camino que los llevará a ver la Virgen María en su hogar; es más la alegría de acercarse cada vez más a visitar a la Morenita del Tepeyac, que el sacrificio, pues saben que el trayecto más pesado de la peregrinación ya la superaron.
Los padres a cada momento les recuerdan que son herederos de un gran tesoro; el tesoro de la fe que no se compara con nada material en el mundo; los sacerdotes comunican a los hombres de fe que caminar es una nueva oportunidad, como un tipo retiro espiritual, para reconocer la presencia de Jesús.
Así es como los peregrinos saben que el unirse una vez más a la peregrinación a pie, donde cada uno de los hermanos ofrenda sus pasos a Dios y que con mucha fe, humildad y devoción viven la peregrinación hacia la Casita Sagrada del Tepeyac, saben que está por concluir un año más.