Jilotepec, Estado de México. Son las tres y media de la mañana y los despertadores de los peregrinos comienzan a sonar; el llamado entre ellos mismos se intensifica pues saben que ha llegado el momento de volver al camino rumbo al Tepeyac.
Un frío peculiar acompañado con un poco de neblina, anuncia que el amanecer está cerca y que en cuestión de minutos los peregrinos pudieron disfrutar de los primeros rayos del sol.
A estas alturas de la peregrinación la Romería Guadalupana ya siente los estragos de 14 días que han caminado de sol a sombra, ya que al llegar al campo los varones tienden su plástico o abren su banco portátil y de inmediato se disponen a descansar.
Este día el campo La Quebradora los recibe en amplias áreas verdes y rodeado de comercios, tanto de comida como accesorios que hacen al peregrino el camino más llevadero; tales como sombreros, platillas, lámparas entre otras cosas más.
Para la hora de la Misa del día, presidida por el obispo de la Diócesis de Querétaro, Faustino Armendáriz Jiménez, los jóvenes son los que muestran más participación, mientras que los adultos deciden alargar el descanso unos minutos más.
Los peregrinos muestran dos rostros; por un lado los jóvenes que con los primeros rayos de sol y un bocado, cargan energías y atienden al llamado para celebrar la Santa Misa, por otro lado los hombres adultos que permanecieron recostados en sus plásticos sin importar que hubiera piedras por debajo.
El día concluyó con la llegada de la columna de 225 grupos a Tepeji del Río, sobre las cinco de la tarde; en este día los hombres de fe sumaron 27 kilómetros en su andar, es decir 37 mil 940 pasos más. Aquí pernoctaron y de nuevo el día 15 comenzará desde muy temprano.