San Isidro Labrador es el patrono de los agricultores, quienes cada año piden un buen temporal para que sus sembradíos den fruto, tal es el caso de la comunidad El Garrunal, Huimilpan, ya que ellos con una fiesta piden lluvia para que su cosecha no se pierda.
Las calles lucen repletas de globos y arcos elaborados especialmente para este día tan importante para ellos, las yuntas de caballos y burros adornadas coloridamente, así como los tractores resaltan a la vista. La festividad inicia con un recorrido de la iglesia a una parcela, en donde los agricultores y habitantes de este lugar cargan una imagen de madera de San Isidro, llevándola a donde será la misa y bendición de los animales.
Son alrededor de veinte agricultores los que aún siembran en esta comunidad, manteniendo el amor al campo y a las tradiciones heredadas por sus antepasados:
“Desde niño nosotros trabajamos el campo, desde los ocho años lo hemos trabajado, el campo es la fuente de alimentación de toda la humanidad, nosotros empezamos trabajando con los abuelos y posteriormente no hemos quitado las manos del arado, año con año vienen las inclemencias, los malos tiempos, los tiempos distorsionados y continuamos de pie”, mencionó José Nicolas Ramírez. Al igual que José, Francisca Diaz empezó a trabajar el campo a los diez años de edad y pasó esta tradición a sus hijos, sintiéndose orgullosa de que sigan esta tradición que le dejaron sus abuelos.
Con esta celebración los habitantes de El Garruñal buscan mantener sus tradiciones vivas, para que no se pierdan y las nuevas generaciones continúen este legado, dado que estaban quedando en el olvido.
“Este es el segundo año que hacemos la fiesta después de treinta y cinco que ya no se hacía, queremos recuperar esta tradición para que más jóvenes tengan este amor que nosotros y nuestros abuelos tenían y tenemos al campo, queremos que les guste, que les interese, es un legado y queremos conservarlo y ya no dejarlo perder,” mencionó Roberto Díaz.
Piden se apoye al campo, ya que la agricultura se está perdiendo al no ser rentable en la mayoría de las ocasiones, pues invierten y no recuperan esta inversión, por el mal tiempo, especialmente aquellos agricultores que aún siembran con temporal.