/ sábado 3 de noviembre de 2018

Flores, comida y mucho amor en el panteón Cimatario

Los olores de las flores y de la comida le dan la bienvenida a cientos de queretanos que acuden al panteón del Cimatario

Los olores de las flores y de la comida le dan la bienvenida a cientos de queretanos que acuden al panteón del Cimatario, donde un grupo de policías advierte desde la puerta que las bolsas y mochilas deben permanecer al frente “para evitar robos”, para que no se les olvide que en medio del festejo a los muertos, también rondan unos que son muy vivos.

Adentro del panteón dan vueltas y vueltas los que ofrecen servicios como el agua o los que arreglan flores y tumbas, mientras que algunos mariachis y músicos ofrecen canciones a 50 pesos, pero deben hacer un esfuerzo adicional para que su voz, que entona “Tú Sólo Tú”, le gane a una canción de Rata Blanca que se escucha muy fuerte desde una bocina en una tumba cercana.

El barullo en algunas tumbas contrasta con muchas pegadas a la barda del panteón. A menos de 20 pasos de las criptas donde abundan las flores y las familias se abrazan, hay tumbas en el abandono, con la frase: a perpetuidad y los años indican que la persona murió en 1940, 1954, 1960 lo que tal vez explicaría la soledad en la que se encuentran.

No cabe la misma explicación para muchas otras que indican que ahí hay niños que murieron en 2002 o en fechas más cercanas y un pequeño ángel lleno de tierra “llora” al lado de una cruz deteriorada, lo que le da un significado mayor al abandono. Alguna persona compadecida les arroja una flor y hace un pequeño rezo frente a ellas para luego seguir con su camino. “¿Quién va a revivir el dolor de perder un hijo?”, le dice una señora a su acompañante.

Abundan los ramos sencillos, los que venden afuera a 15 pesos, pero también los arreglos de cien, casi no se ven los más elaborados que llegan a los 300 pesos, porque el dinero nunca alcanza “y este año le subieron mucho a las flores”, explica otro hombre que limpia sólo la tumba de su mamá.

Los cilindreros a la entrada tocan “Me cansé de rogarle” justo frente a don José Felipe Zamudio Muñoz, quien retoca las cruces desde hace 13 años con un pulso de alta precisión. Tiene una fila de espera de media hora porque hace un trabajo limpio y rápido. Por 150 pesos retoca cruces o rotula, pero sabe hacer trabajos más elaborados, por 15 mil pesos hizo un “cilindro, como capillita, muy fuera de la común”.

La gente le muestra fotos de lo que quiere en sus cruces, las frases, las figuras, que pacientemente pinta mientras los demás esperan para que rotule sus tumbas y lo hace con gran respeto, porque eso le da para vivir.

Desde antes de las 7 de la mañana, más de 60 personas de Servicios Públicos Municipales de Querétaro trabajan en el panteón para tirar la basura y las hierbas que la gente quita de las tumbas. Raymundo Martínez y Máximo Reséndiz cargan juntos los enormes botes llenos de restos y más adelante otras compañeras se dedican a barrer.

Todos ellos saben cuáles son las tumbas más bonitas, las que reciben visitas diario, sea o no día de muertos, las que nadie recuerda o no quieren recordar y de vez en cuando les dan una vuelta, mínimo para que no se les junte la basura ahí.

Los cargadores de agua siguen con sus vueltas a cambio de lo que cada quien les guste dar y las prisas de las personas por conseguir comida o buscar un baño, le recuerdan a todos que la vida sigue y se debe festejar.

Los olores de las flores y de la comida le dan la bienvenida a cientos de queretanos que acuden al panteón del Cimatario, donde un grupo de policías advierte desde la puerta que las bolsas y mochilas deben permanecer al frente “para evitar robos”, para que no se les olvide que en medio del festejo a los muertos, también rondan unos que son muy vivos.

Adentro del panteón dan vueltas y vueltas los que ofrecen servicios como el agua o los que arreglan flores y tumbas, mientras que algunos mariachis y músicos ofrecen canciones a 50 pesos, pero deben hacer un esfuerzo adicional para que su voz, que entona “Tú Sólo Tú”, le gane a una canción de Rata Blanca que se escucha muy fuerte desde una bocina en una tumba cercana.

El barullo en algunas tumbas contrasta con muchas pegadas a la barda del panteón. A menos de 20 pasos de las criptas donde abundan las flores y las familias se abrazan, hay tumbas en el abandono, con la frase: a perpetuidad y los años indican que la persona murió en 1940, 1954, 1960 lo que tal vez explicaría la soledad en la que se encuentran.

No cabe la misma explicación para muchas otras que indican que ahí hay niños que murieron en 2002 o en fechas más cercanas y un pequeño ángel lleno de tierra “llora” al lado de una cruz deteriorada, lo que le da un significado mayor al abandono. Alguna persona compadecida les arroja una flor y hace un pequeño rezo frente a ellas para luego seguir con su camino. “¿Quién va a revivir el dolor de perder un hijo?”, le dice una señora a su acompañante.

Abundan los ramos sencillos, los que venden afuera a 15 pesos, pero también los arreglos de cien, casi no se ven los más elaborados que llegan a los 300 pesos, porque el dinero nunca alcanza “y este año le subieron mucho a las flores”, explica otro hombre que limpia sólo la tumba de su mamá.

Los cilindreros a la entrada tocan “Me cansé de rogarle” justo frente a don José Felipe Zamudio Muñoz, quien retoca las cruces desde hace 13 años con un pulso de alta precisión. Tiene una fila de espera de media hora porque hace un trabajo limpio y rápido. Por 150 pesos retoca cruces o rotula, pero sabe hacer trabajos más elaborados, por 15 mil pesos hizo un “cilindro, como capillita, muy fuera de la común”.

La gente le muestra fotos de lo que quiere en sus cruces, las frases, las figuras, que pacientemente pinta mientras los demás esperan para que rotule sus tumbas y lo hace con gran respeto, porque eso le da para vivir.

Desde antes de las 7 de la mañana, más de 60 personas de Servicios Públicos Municipales de Querétaro trabajan en el panteón para tirar la basura y las hierbas que la gente quita de las tumbas. Raymundo Martínez y Máximo Reséndiz cargan juntos los enormes botes llenos de restos y más adelante otras compañeras se dedican a barrer.

Todos ellos saben cuáles son las tumbas más bonitas, las que reciben visitas diario, sea o no día de muertos, las que nadie recuerda o no quieren recordar y de vez en cuando les dan una vuelta, mínimo para que no se les junte la basura ahí.

Los cargadores de agua siguen con sus vueltas a cambio de lo que cada quien les guste dar y las prisas de las personas por conseguir comida o buscar un baño, le recuerdan a todos que la vida sigue y se debe festejar.

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