Queretanos, víctimas… del 28 de diciembre

por Zulema López

  · jueves 28 de diciembre de 2017

Martín Venegas.

“Inocente palomita que te dejaste engañar” es la terrible frase que muchos han tenido que escuchar el 28 de diciembre, pero afortunadamente se trata de una costumbre que se va perdiendo, declararon queretanos a DIARIO DE QUERÉTARO.

Varios argumentaron que fue el momento difícil al que se debieron enfrentar lo que los obligó a estar alerta cada fin de año y se ponen en modo alerta el Día de los Santos Inocentes, en el que se conmemora el recuerdo de los niños menores de dos años en Belén que, de acuerdo al Evangelio de Mateo, fueron asesinados por el Rey Herodes en un intento para acabar con Jesús de Nazaret.

La tradición de gastar bromas hizo que, en su juventud, Monserrat Juana perdiera una muy preciada pulsera que le acababan de regalar. Recuerda que su tío se la mandó de México y apenas la estrenaba cuando una amiga se la permitió ver y, acto seguido, perdió la joya para siempre.

“Se la dejé ver, me dijo ‘me la puedes prestar’, le dije que sí, se la probó y me dice “inocente palomita, que te dejaste engañar, sabiendo que en este día nada se debe prestar”, ya no me la regresó, se la quedó”.

Pese a pedírsela, nunca le volvió a entregar la pulsera, en su lugar le dio una bolsita de dulces, para superar ese amargo momento. Su amiga ya no vive y si bien, no se perdió la amistad, sí la confianza en los demás, por lo que cada diciembre se prepara para no ser víctima de una nueva “broma”.

“Hoy en día ya no se da tanto, hace tiempo se hacían muchas bromas ‘de los inocentes’ y sí sé de dónde vienen, de lo de Herodes con los niños inocentes”, narra, antes de continuar con sus actividades.

A José Luis su hermana le pidió el celular prestado, y cuando lo hizo, recibió por recompensa el versillo tradicional de “inocente palomita”, lo que lo hizo pasar un día de terror, pues hasta el día siguiente recuperó el aparato, por lo que igual que Juana, sabe que el 28 de diciembre no puede permitirse un error.

A Rocío le gusta jugar bromas pero nunca ha sido víctima de una. Entre las bromas efectuadas se encuentra que pidió dinero prestado y al recibirlo, en seguida advirtió que no lo iba a pagar; en otra ocasión pidió prestada una tele, que regresó hasta el día siguiente, con la angustia de la víctima.

A Hugo le pidieron 100 pesos que prestó con todo gusto y nunca volvió a ver, pues “le tocó perder como a los grandes”. Desde entonces ya no cree en lo que le dice la gente.

Entre los que juegan bromas se encuentra Adriana, quien se ha tomado el tiempo de analizar a “sus víctimas”, de tal forma que, por ejemplo, las hace comprometerse a cuidar a un perro por todo ese día, sabiendo que detestan a esas mascotas o bien, ha pedido prestado dinero, que ya no devuelve, por eso procura pedir cantidades bajas, de 50 pesos, pues dice, no quiere ser abusiva.

Mary narra que ella ha jugado la broma “típica” de pedir dinero, pero que como era broma, lo regresó al día siguiente. Sandra, a su vez, dice entre risas que sí llegó a realizar bromas, pero que en ese momento no recordaba alguna que pudiera contar.

Juan Carlos sí recuerda una en particular, esa vez que, mientras paseaba con sus amigos por el Centro Histórico pretendió que se desmayaba, lo que asustó a sus amigos. Afirma que ellos le confirmaron que se trató de una buena broma, pero que después de ella no ha vuelto a realizar otra.

A Yunuen le gusta el día, pero no le parece divertido cuando la gente sobrepasa los límites, como es publicar algo de otras personas o jugar con la vida de la gente.

Recuerda que fue un 28 de diciembre cuando su papá la “invitó” a comer, pero que al terminar de hacerlo, ella tuvo que pagar, como broma por el Día de los Inocentes.

En contraste, Guadalupe siempre se da cuenta de cuando es 28 de diciembre por lo que se ha dado cuenta de los intentos de burlarla en las diferentes ocasiones en las que han llegado a realizarle préstamos, por ejemplo, de dinero.

Si bien, está consciente de la oportunidad que representa el día, ella nunca ha tratado de realizar una broma,  pues procura respetar a los demás, y por tanto, evita generar un nuevo “inocente” que se quede con un muy mal recuerdo ante una broma muy bien planeada.

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