Rubén González, de 72 años es sordomudo de nacimiento, aunque para comunicarse no es necesario tener voz, la fe con la que viene cada año a la peregrinación para dar gracias por vida y la fuerza de seguir en el camino le dan sonido a su espíritu.
Con su nombre escrito en el torso de la mano, Rubén escribe en hojas y expresa por medio de las letras su fe y devoción.
Lleva sus rosarios, morral, paliacate y mochila, describe que busca ir a todas las peregrinaciones que pueda, San Juan de los Lagos en Jalisco, Juquila en Oaxaca, la virgen de Los Remedios en Veracruz y la peregrinación a la virgen de Guadalupe en Querétaro.
Está atento a la misa, pero entiende poco, observa cuando la gente se pone de pie, se persignan y se sienta: les copia; da gracias a Dios y camina entre la gente, con su biblia en mano sigue la lectura del evangelio y finalmente se va, llegó solo y así se fue.
Alguien lo encamina al área de confesiones, espera, pero la fila es larga, desiste y se vuelve a sentar a estar atento de la palabra, finaliza la misa y es de los primeros en empezar a encaminar hacia la próxima parada.