El sueño americano es atractivo, pero la ganancia no es grandey al final, siempre resulta más atractivo permanecer en el hogar,considera Martín Esquivel, quien por tres ocasiones cruzó lafrontera con Estados Unidos esperanzado hacerse de dinero.
El trabajo acumulado en años sí le permitió hacerse de unterreno para construir su casa, aunque no hacerse de dinero, comopensaba y, una vez de regreso a México, buscó diferentes empleos,hasta que se le ocurrió crear bicis y motocicletas artesanales,que emulan todas las partes, e incluso los movimientos de las detamaño natural.
Se describe orgullosamente como indígena y desde Amealco arribade jueves a domingo para aprovechar la visita de turistas, pues sonellos, principalmente, quienes gustan de sus inventos, aunque ahoraya cuenta con competidores, quienes consideraron muy buena la ideay copiaron sus inventos.
Se ven sencillas, pero aprender a elaborarlas le costó años deaprendizaje, viajes y, claro, tener diferentes empleos. Ahora;compra las piezas para ensamblar las motos, mientras que lasbicicletas las arma con moldes que él diseñó, utiliza en ellasmetal que importa desde Guadalajara y el resto de las piezas lasdiseña para, después, montarlas en el producto final.
“Pues vide la necesidad, varias veces brinqué al otro lado,brinqué como tres veces, pero de esas tres veces, nunca me fue deltodo bien, pues entonces vide la necesidad, digo, yo tengo quehacer un trabajo”.
Narra que en 1998 aprendió, con un amigo, como producir discosy casetes, por lo que aprendió como fabricarlos, reproducirlos ygrabarlos, pero era un trabajo del que casi no se obteníanganancias. Posteriormente obtuvo un curso para hacer soldadura yposteriormente, conoció a otros amigos, estos de la Ciudad deMéxico, quienes lo adentraron a elaborar “chucherías”, conpedacería, a quienes les compra por kilo, pues conjuntó losconocimientos para elaborar sus productos.
“Llegué a Celaya Guanajuato desde los siete años… heestado migrando de allá pa´ca. Ese amigo venía desdeGuadalajara, Jalisco, a dejar el casete… era como mi patrón,pero no me trataba como un chalán, me trataba como si fuera elhijo, más que nada… me invitó a Guadalajara, y vide variostipos de trabajo allá”.
Desde el 2007 comenzó a fabricar los productos tras darsecuenta de que la artesanía tradicional tenía una gran competenciay, ahora, a sus 39 años, cuenta con la ayuda de su papá e hijopara elaborarlos.
Tarda todo un día elaborar una moto similar a las originales,pues pese a que ya sabe cómo hacerlas, debe recortar el alambre,diseñar las piezas y soldarlas, mientras que las bicicletas sonmás fáciles de elaborar.
Siempre le regatean, pero al tomar en cuenta el tiempo que tardaen elaborarlas, así como sus gastos de traslado, la bicicleta, lomás barato que la llega a dar es a 160 pesos, mientras que lamoto, a mínimo 80 pesos.
“Sí se mueven, porque traen todas sus llantitas, son puraspiececitas, balero, tornillo, tuerca, terminales, son pijas, sonpedales de bicicleta, los términos de la bujía, y todo es a mano.Yo aquí ando de 9 de la mañana, hasta la una de la mañana”.Pese a los años que tardó en aprender a elaborarlas, son ya unas20 personas quienes le hacen la competencia, pues copiaron susdiseños y al ser varios, considera que pueden hacerlas en menortiempo.
“Nunca pensé que hubiera competencia en esto, porque sonpiezas, dije yo “pa’ donde va a agarrar las piezas ellos, o adonde las van a encontrar, pero tú sabes que ellos tienen queestar tras de ti a veces, a veces hasta no dormir, para que puedandescubrir qué es lo que trabajas. A mí sí me iba muy bien enQuerétaro, si me llevaba mis buenos centavitos, pero ahora somos20 competencias… en el Centro… se parecen, a lo mejor no es lomismo, lo mismo, porque tú sabes que cada artesano, cada queproduce debe ser diferente, la mano, a lo mejor la pega másarriba”.
Tras hacer un recuento de su vida y de las dificultades que hatenido para ser un empresario original, regresa en su recorrido porel Centro Histórico, en busca de clientes para sus productosartesanales que nacieron de una idea muy original.