Minutos antes de las ocho de la mañana el paradero de transporte ubicado en 5 de Febrero y Epigmenio González está llena y aunque prácticamente no existe la sana distancia todos usan cubrebocas. El camión de la ruta 74 va lleno, la recomendación es dejar espacios libres entre personas, pero no se respetan cuando se trasladan a la zona industrial. Esta imagen se repite en diferentes rutas de la zona metropolitana.
Al subir los usuarios pagan al operador en efectivo, por debajo del acrílico que protege de los contagios de Covid-19; el trayecto tarda unos 40 minutos en donde por el frío las ventanas del camión van cerradas. Es una bomba de tiempo para cualquier contagio.
En la parte de atrás una persona estornuda, nadie voltea pero se siente como se recorren hacia la parte de adelante, dan un paso discretamente, debido a la tensión ni dicen: “salud”. Todos van tensos pensando en evitar contagiarse.
Un trabajador del parque Industrial Querétaro va sentado, trae un cubrebocas y lleva una bufanda alrededor del cuello y la sube hasta la boca para reforzar la “protección”.
En las paradas sigue subiendo más gente, en la Obrera todos con cubrebocas, la variedad de diseños es interesante, algunos con lentejuela, otros con dibujos, otros de plano portan el desechable sencillo.
En el eje troncal de Constituyentes la situación no es diferente aunque hay más filtros, desde la entrada los vigilantes le piden a la gente se ponga el cubrebocas, no hay quien se niegue, algunos lo olvidan y se lo vuelven a poner.
No hay gel antibacterial, ni quien tome la temperatura, entre todas sus ocupaciones los vigilantes solo verifican que la gente use bien el cubrebocas.
El camión de la ruta 122 va a la mitad de su capacidad, no por recomendación, sino porque hay pocos pasajeros, ya pasó la hora pesada, va desde la Universidad Autónoma de Querétaro hasta el Parque Industrial El Marqués.
El chofer nos comenta que hay gente que de plano no quiere usar el cubrebocas pero les pide que se lo pongan. Se niegan. La mayoría siempre son jóvenes que aún piensan que el virus no existe.
“Les pedimos que se bajen, se molestan, patean el camión o golpean, pero la mayoría de la gente les dice que respeten por nuestra seguridad”, comenta.
Aunque este tipo de historias no se comentan o no se viralizan forman parte de la vida diaria del transporte público, agresiones e insultos de personas que no quieren usar cubrebocas.
En la parada del eje un señor que canta en los camiones también trae su cubrebocas y nos comenta que si le ha bajado mucho la cooperación de la gente, le cuesta trabajo sacar lo del día.
El camión de la ruta 65 sale de la Alameda a La Negreta en el municipio de Corregidora, el delito, si es que hubiera castigo aplicable, es la estridente música de banda, que en nada tranquiliza el trayecto en el camión que va más lleno.
Un par de personas entraron al eje con cubrebocas, ya al subir al camión se lo quitaron, nada les importó que la gente las volteó a ver, la mirada era de desaprobación, siguieron platicando como si nada, la ignorancia y la indiferencia en una imagen.
Aunque no puede haber un policía en cada camión, en cada parada, en casa espacio la mayoría de la gente es responsable, aunque todos quisieran estar seguros en casa no queda de otra más que salir a trabar a salir adelante aunque el riego de contagio siga latente en las calles y en las unidades del transporte.