La historia de José Guadalupe Ramírez Álvarez es la de un exitoso emprendedor que abrió sus ojos al mundo a través de trozos de periódico donde, siendo un niño, se enteraba de lo que existía más allá de su pueblo, mientras trabajaba en una tienda de abarrotes.
Algo fascinante y adictivo encontró en aquellos papeles que él convirtió en refugio de su infancia y en simiente de una legendaria voracidad literaria. Eso mismo que lo llevó a conjurar un destino familiar de modesto artesano para formarse, casi de forma autodidacta, y terminar siendo el queretano fundamental que hoy reconocemos a 100 años de su natalicio.
Sus actos y la veneración de quienes crecieron a su lado en el periodismo lo describen como un terco formador de sí mismo y de la gente que le rodeaba, maestro exigente e incansable.
Con esa terquedad, Ramírez Álvarez tomó las riendas de El Día en 1950 y, tras el súbito fin de este diario, que describe como “el primer intento de darle a Querétaro un periódico”, fundó Amanecer y lo dirigió 11 años, casi hasta su cierre igual de intempestivo y vinculado con asuntos de política, en septiembre de 1962.
Ramírez Álvarez tuteló las 3 primeras generaciones de periodistas formados con rigor profesional, aunque no todas en la academia formal: la de los sobrevivientes de El Día de 1950, la de los “hijos” de Amanecer (1951-1962), muchos de los cuales iniciaron también Diario de Querétaro en 1963, y la del Taller de Periodismo de la Escuela de Bachilleres de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) en 1975.
Además de reporteros y fotógrafos, en esas aventuras decenas de trabajadores se profesionalizaron en administración y publicidad de la mano de Ramírez Álvarez, que también era buen gerente.
Debido a esa rareza de ser buen periodista y buen administrador, además de conocer, ser reconocido y aceptado en la celosa sociedad queretana, es que los dueños le confiaron 3 periódicos de forma consecutiva.
Aunque en sus memorias él asegura que todo lo consiguió “sin quererlo”, la verdad es que se la pasó dejando huellas de esfuerzo y de su ambición por transformar.
Cerrado Amanecer el 17 de septiembre de 1962, el maestro fundó Diario de Querétaro el 18 de marzo de 1963, acompañado por una generación de reporteros, editores y área de producción que maduraba en el oficio. Entre ellos, recordados por él mismo en la revista Portal de marzo de 1978: Juan Trejo Guerrero, actual cronista universitario, Miguel Bringas, Rocío Mendoza, José Arvizu, Agustín Martínez, José Castro Estrada y Rogelio Garfias Ruiz, que años después llegó a ser director y luego a fundar el periódico Noticias.
El taller del Diario de Querétaro estaba a cargo del maestro Manuel Ramírez Espinosa y lo seguían Ezequiel e Isaac Suárez Ruiz, Jesús González Salinas, Antonio Sánchez, Juan Soria, Miguel Martínez, Roberto Gutiérrez, Carmelo Uribe, Luis Aguado, Ignacio Contreras “y un tal José”, recuerda Ramírez Álvarez, “del que nunca retuve el apellido”; además de Pedro Paredes, Carmen Mejorada, Antonio y Agustín Rico en la administración y Ramón Rico en circulación.
Durante casi una década Diario de Querétaro fue prácticamente el único espacio de la localidad para aprender y ejercer periodismo. No existía la carrera y nuestro Diario era una escuela informal cuyo tronco común, como en todo periódico de la época, era esfuerzo, práctica… y más esfuerzo.
Tampoco Ramírez Álvarez hizo el milagro de convertir al periodismo en una labor bien pagada, pero vaya que les dio lustre social y mundo a los reporteros que ahí educó para sobrevivir en esta profesión de alta movilidad social.
Tuvo un padrinazgo innegable, cercano a un patriarcado. A los que se dejaron les contagió su gusto por la lectura, los animó a escribir algo más que una simple nota informativa, les inculcó el arte de historiar y despertó la vanidad, que él definió como el motor de todo comunicador, animándolos a desenvolverse con aplomo.
El cargo que él desempeñó, y más en aquella lejana época de monopolio periodístico, representaba una madeja de relaciones con toda la escala social, en ese entonces mucho más quisquillosa ante lo que se publicaba.
A quienes lo conocemos sólo por su legado nos queda claro que algunas veces le valió la educación, otras el refinamiento y siempre la astucia para sortear problemas o atender a los “heridos”, siempre hay uno, por las notas del día.
Hay constancia de que Ramírez Álvarez se impuso como una personalidad porque nunca perdió el contacto con todos: ricos, pobres, poderosos o marginales, pudiendo preferir sólo a “los de arriba”. Ese respeto ganado a pulso fue su fortaleza.
Llama la atención que a este periodista, abogado, historiador y catedrático de tan compleja personalidad con frecuencia se le venere por la bonhomía, sus enseñanzas o su amistad franca más que por sus decenas de libros.
¡REPORTEROS EN ACCIÓN!
Con el Taller de Periodismo de la UAQ José Guadalupe Ramírez Álvarez une sus dos grandes amores: el periodismo y la universidad.
Igual que en 1951 con Amanecer y en 1963 con Diario de Querétaro, el entonces rector vuelve a ser visionario al crear en 1975 un semillero de comunicadores con chicos de la Escuela de Bachilleres que, dirigidos por él y por Juan Trejo Guerrero, se convirtieron en los pioneros de los noticiarios radiofónicos.
¡Reporteros en Acción! se llamó aquel grupo que con éxito y pasión producía 5 minutos diarios de noticias para la estación XEQG Canal 98, hoy estación hermana de Diario de Querétaro con el nombre ABC Radio 107.9.
Los 5 minutos diarios fueron sólo el comienzo, porque pronto y no sólo en la XEQG surgieron los espacios de noticias cada hora, a la vez que egresados del taller de la UAQ y pese a su corta edad se empoderaban en ellos.
Ese taller que produjo tantos comunicadores, en 1987 (un año después de la muerte del maestro Ramírez Álvarez que lo ideó) evolucionó a la carrera técnica en periodismo y a la Licenciatura en Periodismo en 1997.
Prácticamente hasta su muerte Ramírez Álvarez ejerció la comunicación y el periodismo radiofónico, quedándole insatisfecho su gusto por la proyección personal que él apreciaba en la televisión.
QUIÉN, CÓMO, CUÁNDO…
Miles de diaristas hemos pasado y crecido por donde abrió brecha ese maestro al que su universidad honra con esta publicación de sus memorias.
No nos corresponde juzgar su tiempo ni su circunstancia, mucho menos ante la franqueza con que lo cuenta.
Hoy que tanto se anhela tener una juventud emprendedora del periodismo independiente, competitivo y por lo tanto combativo, reconozcamos en este maestro los rasgos de un idealista invencible, un testarudo del trabajo, audaz, pragmático y exitoso.
Al margen de otras grandes aportaciones como el Centro Universitario, para mí que eso de emprender es la síntesis del legado de José Guadalupe Ramírez Álvarez en el periodismo.
Porque aquello de esfuerzo, práctica y más esfuerzo fue la marca de vida en este hombre centenario en permanente transformación que, según él “sin quererlo…”, le puso su quién al qué, cómo, cuándo, dónde y por qué de esta historia.