A Deyanira Eboli le diagnosticaron cáncer, después de mantener frecuentes malestares estomacales que, con el tiempo, provocaron que su vientre se abultara y que su ropa dejara de ajustarse a su cuerpo.
Para Deyanira estos síntomas estaban relacionados con un mal gástrico y el cáncer no fue una idea que cruzara por su mente, habitualmente ocupada en su trabajo como coordinadora de un desarrollo inmobiliario.
Sin embargo, después de varios estudios y un reporte de patología, recibió el diagnóstico: cáncer de ovario, cuyo origen era mama.
“Cuando yo me sentía mal del estómago, yo decía algo no está bien, pero yo siempre lo relacionaba con un tema gástrico, pero nunca me imaginé el tema de un cáncer. Cuando me dan la noticia es de impacto y me voy de espaldas”, reconoce.
Aunque el cáncer la ha sometido a varias quimioterapias y a una cirugía para retirarle uno de los senos, se mantiene firme y continúa con una expresión serena en el rostro: “Esta enfermedad si no la tomas con buena actitud, tú misma te vas deteriorando”, dice.
Deyanira es una de las pacientes que actualmente recibe un tratamiento para el cáncer en la Unidad Médica de Atención Ambulatoria (UMAA) del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); institución que diagnosticó en el último año, 125 pacientes de cáncer de mama en Querétaro.
Con el temple seguro, señala que aunque los malestares gástricos aparecieron, se enfocó en su trabajo y no priorizó su salud; sin embargo, después del diagnóstico, la atención que le dedica a su cuerpo, se ha vuelto rigurosa.
“Yo a partir de febrero, me sometí (al tratamiento) y he sido muy cautelosa y muy estructurada en mi seguimiento de salud. Nunca me he sentido mal”, afirma.
MI MOTOR ES MI HIJO
Con un hijo de cinco años de edad, Deyanira ha cambiado las prioridades en su vida; jugar con su hijo y darle más calidad de vida se volvieron sus principales objetivos.
“Ha habido cambios muy radicales en él y en mí. Nos hemos amalgamado. Una relación muy fuerte donde hemos priorizado calidad de vida y mucho amor”, señala.
Al recibir un diagnóstico de cáncer, Deyanira enfatiza, no se debe asumir una relación con la muerte; y por el contrario, encontrar un motor de vida y enfrentar la enfermedad de manera positiva.
“Cuando ves que eres vulnerable a perder la vida, que es lo más valioso, quieres recuperar tiempo perdido y tiempo de calidad (...) Eso nos va a ayudar mucho. Eso es lo que a mí me ha ayudado. Tener un motor, mi motor ha sido mi hijo”, dijo.
“Creo yo que por un problema personal que yo pase, quise como desfogarme en el tema laboral. Tengo un niño de cinco años al cual no le puedo fallar. ¿Cambió radicalmente mi vida? Sí, porque ya la veo desde otro punto de vista. Ya no la veo como la prioridad laboral, sino la prioridad personal y familiar”, agrega.
HACER CONCIENCIA
La operación para retirarle su seno, llegó para Deyanira después de recuperarse de un daño pleural... “(tenía) poco líquido en el pulmón. Eso evitaba, no permitía que yo fuera sometida a la cirugía de mama”, agrega, al explicar que hace unas semanas, tuvo la cirugía para que le retiraran la mama derecha y los ganglios axilares.
“El verte y tener la ausencia de esa parte de tu cuerpo si te genera impacto, sin embargo, una mama no te quita tu esencia (…) El hecho de ya no contar con esa mama, no quiere decir que ya no sea Deyanira, mi esencia es otra. Mi esencia es ser una persona que lucha y que está dispuesta a hacer todo lo posible por sacar adelante a mi hijo”, enfatiza.
Deyanira afirma, tras su diagnóstico, que hay que hacer “conciencia” y si es posible, detectarlo a tiempo.
“No lo dejen a un lado. No hay que ser irresponsables, porque yo fui irresponsable y estoy viviendo consecuencias muy fuertes (...) Creo que me ha ayudado la actitud y el acompañamiento psicológico, claro que sí tiene que ver mucho”, indica.