El cempasúchil que hasta hace tres días era la flor más cara en el mercado, termina como abono o se reutiliza para extraer semillas.
Floristas del Panteón de San Pedro Mártir y del Panteón de Mompaní señalaron que, aunque intentan vender toda la mercancía durante la celebración del Día de Muertos, siempre queda una parte que no se desperdicia.
En ambos puntos de venta, los comerciantes explicaron que una vez pasada la festividad, la flor pierde valor comercial, por lo que buscan alternativas para aprovecharla.
Uno de los usos más comunes es transformarla en abono, ya que el cempasúchil, al descomponerse, enriquece el suelo con nutrientes, siendo una opción útil para quienes cultivan plantas o tienen huertos en casa.
Además, los floristas recolectan las semillas de las flores no vendidas para utilizarlas en la siguiente temporada. "La flor tiene un ciclo, y aunque no se venda, la semilla que queda nos sirve para volver a sembrarla el próximo año", comentó Raúl Rangel, un comerciante del Panteón de San Pedro Mártir, quien, al igual que otros vendedores, participa en la producción local.
Este proceso permite a los comerciantes ahorrar en la compra de nuevas semillas y continuar con la tradición de cultivar esta planta característica del Día de Muertos. Sin embargo, aclararon que a algunos no les sobra nada, ya que la demanda ha sido tan alta que lograron agotar su inventario.
"En mi caso, no sobró mucho, las ventas fueron buenas este año", comentó un florista del Panteón de Cimatario, destacando que varios de sus compañeros también lograron agotar sus inventarios.
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A pesar de que algunos logran vender toda su flor, la práctica de aprovechar lo que sobra permite a los floristas y productores locales mantener una fuente de ingresos más estable y minimizar las pérdidas.