Hace una semana se inauguró el tan polémico nuevo aeropuerto internacional Felipe Ángeles, uno de los proyectos insignia del Presidente López Obrador.
El cuestionamiento sobre la conveniencia de este aeropuerto nos remonta a la elección presidencial del 2018, desde campaña el ahora Presidente Andrés Manuel advirtió que de llegar a la Presidencia de la República echaría abajo el proyecto, a pesar de estar en marcha, del aeropuerto internacional de Texcoco que se edificaba en el sexenio de Peña Nieto.
Una vez pasada la elección, el Presidente Electo junto con su partido político MORENA, organizaron una consulta popular para conocer la opinión de la sociedad sobre la conveniencia de continuar con el proyecto. Esto naturalmente polarizó a buena parte de la sociedad de por si dividida por la reciente elección presidencial. La decisión fue clara: cancelar Texcoco, a pesar de llevar avance en la construcción, inversión pública y privada, contratos con proveedores y compromisos jurídicos con las empresas, se echó abajo y se comenzó la construcción del AIFA.
Ahí, hace años terminó el debate, se hundió junto con los cimientos en Texcoco.
Sin embargo, llama la atención que hace ocho días el discurso del Presidente en el marco de la inauguración del AIFA sigue siendo el conflicto, la polarización y se ve como un triunfo del movimiento.
Me parece que el debate está agotado hace tiempo, el Presidente en el uso de sus facultades decidió construir esta obra del AIFA y se concretó. A la inauguración acudieron personalidades políticas de todos los partidos y quienes tuvieron la oportunidad de hacer uso de la voz le reconocieron al ejecutivo federal el cumplimiento de la obra, concluida además en tiempo récord.
A pesar de ello, el Presidente y buena parte de los seguidores mas férreos del movimiento decidieron comunicarlo como un triunfo de los buenos sobre los malos, lanzaron una narrativa de haberle ganado al enemigo, ese enemigo que cada vez parece mas un molino de viento, esa sombra con la que lucha todos los días el Presidente en el abstracto, ese enemigo no tangible, ese enemigo sin rostro, ese enemigo que mantiene a flote el discurso presidencial, ese enemigo que solo vive en su cabeza y el Presidente lucha contra el todos los días, encabeza una lucha en el vacío, una lucha sin adversario.
*Diputado Local PRI