Dicen que a todo se acostumbra uno en la vida, hasta a lo malo. Y es que esta administración federal nos tiene ya acostumbrados a los mexicanos a escuchar en voz de su titular, el Presidente de la República, todas las mañanas verdades a medias, mentiras flagrantes, datos a modo que favorezcan el discurso oficial y declaraciones, por decir lo menos, desafortunadas.
Pero en eso se ha convertido la nueva agenda mediática, no existe un tema que sea de relevancia nacional, si no se toca en la mañanera. Con ello se puede distorsionar la realidad y ajustarla a los intereses particulares del sujeto que emite el mensaje.
Para los opositores al régimen, el asedio mediático desde el poder es cada vez más fuerte, se ha convertido literalmente en un linchamiento, en una batalla de David y Goliat, donde se llegan a utilizar las herramientas del estado para la persecución e intimidación política.
Esto se repite todos los días, en ocasiones son periodistas, en otras científicos o hasta padres de niños con cáncer, pero la lógica es la misma.
La repetición cotidiana de este tipo de conductas nos ha llevado a que nuestra capacidad de asombro como pueblo mexicano baje de manera considerable, pero debemos repetirnos una y otra vez: esto no es normal, y no está bien.
Por mas que se vuelva parte de nuestra vida cotidiana, no debemos normalizar y llegar a aceptar este tipo de conductas de parte de ningún gobierno, de ningún gobernante.
La permisividad que hemos dado en lo colectivo, la pagarán las siguientes generaciones.
La sociedad debe ir poner límites a la autoridad, de no ser así, se seguirán rebasando hasta llegar a tiempos y formas de gobierno que nos han costado muchas muertes erradicarlos de nuestro país.
Si queremos una sociedad más justa, equitativa y democrática, no debemos normalizar la violencia, en ninguna de sus formas, en particular violencia política y el abuso de poder del que hemos sido testigos los últimos tres años.
*Diputado local PRI