Francia - Las elecciones de este domingo en el land de Baviera se presentan como una prueba extremadamente peligrosa para la Unión Social Cristiana (USC) y, por extensión, para la coalición de gobierno que dirige la canciller Angela Merkel.
La CSU bávara integra con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) la alianza conservadora que gobierna Alemania en el marco de la Grosse Koalition con el Partido Social Demócrata (SPD). A pesar de su relativa importancia en el Bundestag (Parlamento), el resultado que obtenga hoy en el estado regional más rico e industrializado del país determinará el futuro de la coalición y la estabilidad de Merkel al frente de su partido e incluso del gobierno.
La elección de hoy será histórica porque la CSU puede perder, acaso para siempre, el predominio que ejerce en la política bávara desde hace casi siete décadas. La CSU, hermana bávara de la CDU, monopoliza el poder regional desde 1949. En 69 años, solo estuvo fuera del gobierno durante un breve periodo de 1954 a 1957.
Ahora, con 34% de intenciones de voto (contra 47,7% en 2013), enfrenta una situación crítica, sobre todo porque su aliado SPD podría quedar por debajo del 10%. Aunque pueda permanecer en el poder regional gracias a una alianza con los social-demócratas y la Alianza 90/Los Verdes –que tiene 19% de intenciones de voto–, la CSU quedará extremadamente debilitada en Baviera y a nivel nacional.
La otra gran incógnita es el resultado que obtendrá el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que se perfila como tercera fuerza con 13% de votos. Ese resultado confirmará la tendencia que mostraron las elecciones legislativas de 2017, cuando al AfD obtuvo 12,64% de votos a nivel nacional y envió 94 diputados al Bundestag.
Si se verifican las previsiones de los encuestadores, otro gran cambio será el ascenso de los ecologistas, que se convertirían en el segundo partido bávaro en lugar del SPD, que no cesa de precipitarse en el abismo, tanto a nivel regional como nacional.
Una reciente encuesta de proyección federal, divulgada por el instituto demoscópico GMS, coloca al SPD en el punto más bajo de su historia con 15% de intenciones de voto. Con ese caudal, sería el cuarto partido, detrás de la CDU (estabilizada en 38%), el AfD (que llega a 18%) y también de Los Verdes (16%).
Esas amenazas no impidieron que el líder de la CSU, Horst Seehofer, que ocupa el ministerio de Interior en el gobierno de coalición, en los últimos meses cuestionara la política inmigratoria de Merkel, a riesgo de debilitar a la canciller, como efectivamente ocurrió.
Por esa razón, sin duda, Merkel no acudió el viernes a la gran taberna de Munich donde la CSU cerró su campaña. Nadie supo explicar si no fue invitada o se negó a asistir. En todo caso, para reemplazar esa ausencia, Sheefer pudo contar a último momento con la participación del canciller austriaco Sebastian Kurz, que en su país dirige una alianza de gobierno con la extrema derecha.
Los resultados de Baviera pueden dar la orden de partida de una áspera batalla por el liderazgo de la coalición democristiana que, a corto término, puede determinar la estabilidad de Merkel al frente del gobierno.