El emblemático Monument Valley en el Oeste de Estados Unidos normalmente estaría lleno de turistas en esta época del año. Pero se ha convertido en el último foco infeccioso de la COVID-19 dentro de la Nación Navajo, el territorio nativo más grande del país.
Las colosales formaciones de arenisca del parque están inmortalizadas en muchas películas, sirvieron de escenario a múltiples tiroteos de John Wayne y fue allí donde Forrest Gump finalmente dejó de correr.
Hoy, sin embargo, conforman el telón de fondo de las rondas del médico de familia Wendell Key, mientras va de un automóvil a otro en el estacionamiento de un pequeño centro de salud donde los pacientes reciben consultas por el nuevo coronavirus en sus propios vehículos.
Dollie Crank, de 63 años, estaba en cuarentena en casa luego de un diagnóstico positivo, pero sus síntomas, sobre todo la dificultad para respirar, están empeorando.
"Me sentiría más seguro si ella fuera al hospital", dice Key, que lleva un barbijo N-95 y una bata, mientras la ausculta con un estetoscopio. "Necesitará oxígeno, y probablemente si esto avanza puede necesitar otra asistencia ventilatoria", dice el médico.
La mujer pone cara seria entre ataques de tos. "No estoy realmente preocupada porque sé que puedo salir de esto", asegura antes de dirigirse al hospital en su camioneta.
La Nación Navajo, hogar de 175.000 personas en los estados de Arizona, Nuevo México y Utah, registra 4.200 contagios y unos 150 decesos por COVID-19. Las muertes per cápita se encuentran entre las más altas del país.
El condado de San Juan en Utah, donde está el centro de salud donde atiende Key, está viendo un aumento de las infecciones tras reportar casi 240 casos y cuatro muertes.
Key, el único médico de guardia de la clínica, se mantiene ocupado con los pacientes que llenan el estacionamiento, prueba del desafío que enfrenta este territorio soberano, que tiene recursos escasos y una población vulnerable.
La fruta y los productos frescos son difíciles de conseguir y económicamente están fuera del alcance de muchos, y como resultado, la mayoría recurre a los alimentos procesados. Muchas personas son obesas y tienen diabetes, dos condiciones que empeoran la progresión de la COVID-19.
Además, al menos el 30% de los ciudadanos carecen del agua corriente necesaria para mantener las estrictas medidas de higiene requeridas para frenar el nuevo coronavirus.
La Nación Navajo tiene solo 12 centros federales de salud, con clínicas como la del condado de San Juan, dirigida por una organización médica sin fines de lucro.
- Ingresos de turismo se esfuman -
Muchos residentes de Monument Valley dependen del turismo para su sustento: ofrecen visitas guiadas, sirven comida y venden artesanías en uno de los lugares más fotografiados de Estados Unidos.
Con el cierre del parque desde finales de abril para ayudar a contener la propagación de la pandemia, y con magros ingresos medios anuales de unos 20.000 dólares, los residentes en el área están al borde del precipicio.
Varios cientos de automóviles formaban temprano ese día una fila en el Centro de Visitantes del Parque Tribal para la distribución de ayuda, muchos llegaron varias horas antes para asegurarse de no quedarse sin nada.
"Afectó enormemente a nuestra gente", dice Lanell Mernard-Parrish, de 49 años, que trabaja como secretaria-tesorera para el capítulo local del gobierno Navajo y se ofreció como voluntaria para cargar paquetes de ayuda a los automóviles.
Mernard-Parrish perdió recientemente a su suegra por el virus, dice, una situación que se agravó porque nadie pudo estar a su lado cuando murió.
"Apenas descubrimos que estaba enferma, la acogieron en el centro. Y desde el día en que dio positivo, solo duró otros seis días y luego la perdimos", recuerda. "Ha sido muy duro para mi esposo".
En muchas partes de Estados Unidos, muchos líderes políticos se han cansado de los cierres ordenados para frenar los contagios, incluso en Arizona, que abrió parcialmente el Gran Cañón este fin de semana, a pesar de que los casos en el estado continúan aumentando.
El parque tribal del Monument Valley se encuentra a unos 300 kilómetros por carretera del Parque Nacional del Gran Cañón del Colorado.
El presidente de la Nación Navajo, Jonathan Nez, dijo estar preocupado por el potencial efecto secundario si los turistas deciden probar suerte en los parques bajo su administración, que permanecerán cerrados.
"Tenemos nuestro propio gobierno, tenemos nuestras propias leyes. Y estamos utilizando esas políticas y leyes para proteger a nuestros ciudadanos y para proteger a nuestros visitantes", dijo, advirtiendo a los turistas que se arriesgan a una multa de 1.000 dólares y una pena de prisión de 30 días si incumplen las regulaciones por el virus.