El jurado del juicio al narcotráficante mexicano Joaquín "El Chapo" Guzmán lo declaró culpable de los 10 cargos que se le imputan así como violaciones al código penal estadounidense, por lo que podría ser condenado a cadena perpetua.
Los 12 miembros del jurado en Nueva York, emplearon 36 horas a lo largo de seis días en deliberar, demandaron copias de los testimonios y tras el receso del fin de semana, alcanzaron una decisión, que se hizo pública hoy.
Los cargos son:
1.- Participación continua en una empresa criminal. En esta acusación se incluye su relación con los líderes del cártel del Norte del Valle y con otros distribuidores; 26 violaciones a la normas internacionales que prohíbe la distribución de cocaína, heroína y mariguana y la conspiración para cometer asesinato entre enero de 1989, meses antes de la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, El Jefe de Jefes, y septiembre de 2014, semanas después de la segunda captura de Guzmán Loera
2.- Conspiración internacional para producir y distribuir cocaína, heroína, metanfetaminas y mariguana
3.- Conspiración para importar cocaína.
4.- Conspiración para distribuir cocaína
5, 6, 7 y 8.- Distribución internacional de cocaína
9.- Uso de armas de fuego
10.- Conspiración para blanqueo de ganancias, producto del narcotráfico
El juicio del Chapo fue un fascinante viaje a uno de los mayores y más despiadados carteles de la droga y a la vida cotidiana del capo en la clandestinidad de las sierras de Sinaloa, su estado natal, un drama con un casting impresionante: sus propios protagonistas.
La fiscalía convocó al proceso a 56 testigos, desde exsocios del Chapo a agentes del FBI, la DEA y otras agencias del gobierno, así como a funcionarios de varios países latinoamericanos.
El jurado escuchó conversaciones del Chapo con sus socios grabadas por soplones a escondidas y otras interceptadas por el gobierno, y leyó decenas de sus mensajes de texto encriptados, así como cartas que le envió a su mano derecha desde la cárcel. También vio ladrillos de cocaína, granadas, lanzagranadas y rifles de asalto incautados o destinados al capo.
Pero sobre todo, escuchó innumerables relatos de la vida y obra del Chapo contados por 14 de sus exsocios: secretarios, pilotos, un sicario, un gerente, un contable, sus mayores proveedores de cocaína en Colombia, su mayor traficante en Estados Unidos, su jefe de comunicaciones y hasta una examante que se escapó con él desnudo por un túnel.
Estos testigos relataron cómo el capo compraba toneladas de cocaína en Colombia a tres mil dólares el kilo, y las transportaba hasta México en submarinos semisumergibles, aviones, barcos pesqueros o contenedores comerciales, a veces con escalas en Ecuador, Guatemala, Belize, República Dominicana u Honduras.
Y cómo la droga llegaba finalmente a Estados Unidos por túneles, escondida en latas de jalapeños en trenes, en camiones de gasolina o en compartimentos secretos en automóviles, y era revendida aquí en hasta por 35 mil dólares el kilo.
Todo gracias a la complicidad de corruptos funcionarios de México que recibieron millones en sobornos, incluidos supuestamente expresidentes.