El papa Francisco parte el sábado para un viaje de dos días a la isla de Malta, donde volverá a poner en el centro de su mensaje la situación de los migrantes, en una gira en la que la guerra en Ucrania está como telón de fondo.
Francisco, de 85 años, es el tercer pontífice, después de Juan Pablo II y Benedicto XVI, que visita la isla mediterránea, donde el catolicismo es la religión oficial, practicado por alrededor del 85% de sus 516.000 habitantes y el aborto es considerado un crimen.
El pontífice argentino recordó el miércoles que rezará en la gruta donde San Pablo vivió durante tres meses, hacia el año 60, tras el naufragio del barco que lo llevaba a Roma para ser juzgado, según cuenta la tradición cristiana.
"Malta es un lugar simbólico en varios sentidos, es el baricentro del Mediterráneo, es teatro de la actual tragedia migratoria y al mismo tiempo fue el lugar donde San Pablo naufragó, lo que tiene un simbolismo religioso fuerte", explicó a la AFP Bernard Valero, ex diplomático y experto del mundo mediterráneo.
Durante la visita a Malta, que fue pospuesta varias veces, el papa deberá lanzar un pedido de solidaridad con los migrantes, desde un país que convive con la presión migratoria, ya que es una importante puerta de entrada a Europa para aquellos que cruzan el Mediterráneo huyendo de guerras y hambrunas.
Además del tema migratorio, el papa tiene previsto hablar sobre las consecuencias del conflicto en Ucrania y de los millones de ucranianos que han tenido que huir de su país por la invasión rusa, un flujo de refugiados que Europa no experimentaba desde la Segunda Guerra Mundial.
En las calles y carreteras de Malta, el rostro sonriente del Santo Padre luce, mientras fueron retirados rápidamente los carteles electorales colocados para las elecciones de la semana pasada, en las que el gobierno laborista resultó ampliamente reelegido.
La ex colonia británica, independiente desde 1964, conocida por ser un paraíso fiscal, ha sido protagonista también de denuncias de corrupción, reavivadas por el asesinato en 2017 de la periodista que investigaba sobre la red internacional de blanqueo de capitales, Daphne Caruana Galizia, lo que conmocionó al país y al mundo.
Paseo en catamarán
Francisco, gran defensor de los migrantes, que en varias ocasiones ha lamentado que el Mediterráneo se haya vuelto en un "cementerio" para aquellos que arriesgan la vida por un futuro mejor, completa así una suerte de periplo que incluyó en diciembre pasado Chipre y Grecia.
El pontífice visitará La Valeta, Rabat, Floriana y se trasladará el sábado en catamarán a la isla de Gozo, donde rezará en el Santuario Nacional Ta' Pinu, donde las procesiones de Semana Santa y las fiestas religiosas están muy arraigadas.
El domingo, Francisco visitará la gruta de San Pablo, patrón de la isla, y celebrará la misa y el ángelus en Floriana, cerca de La Valeta, ante unos 10.000 fieles.
Antes de partir hacia Roma, el pontífice visitará a los migrantes que residen en el centro de acogida de Hal Far (sur), fundado por el fraile Dionysius Mintoff, donde residen medio centenar de jóvenes sin papeles de varios países africanos.
"Estoy seguro de que lanzará un mensaje universal", vaticina el religioso, quien recibe a migrantes y refugiados que han llegado en barcazas de África, sobre todo, de Sudán, Bangladés y Eritrea.
Se trata del viaje al exterior número 36 de pontífice argentino desde su elección en 2013 y el primero del 2022.
Este año tiene programado visitar a principios de julio la República Democrática del Congo y Sudán del Sur.