El primer mandato de Donald Trump frenó los esfuerzos globales contra el cambio climático y su eventual reelección podría incluso frustrar toda esperanza de evitar las peores consecuencias del calentamiento, advierten ONG y activistas.
Trump ejecutó el 1 de junio de 2017 una de sus grandes promesas electorales: inició el proceso de retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París, que prevé limitar la subida de la temperatura global a menos de 2 ºC respecto a la era preindustrial.
Desde entonces, el presidente revocó o rebajó una serie de normas medioambientales, ya sea sobre la contaminación de los autos o las bombillas eléctricas, mientras que las metas de reducción de emisiones de su predecesor Barack Obama quedaron en papel mojado.
Al principio "dije que (Trump) era una amenaza para el planeta (...) ¡Lo subestimé!", lanza a la AFP el climatólogo Michael Mann, de la Universidad Estatal de Pensylvania, que espera una victoria del demócrata Joe Biden, como todos los defensores del clima.
La retirada del Acuerdo de París, efectiva el 4 de noviembre, el día siguiente de las elecciones, ha hecho pasar a Estados Unidos de "una posición de liderazgo a la cola del pelotón", asegura Mann.
Pese a ello, las medidas tomadas por varios Estados, grandes ciudades y numerosas empresas paliaron parcialmente la ausencia de una política climática a nivel federal.
Así, Estados Unidos estaría a tiempo de alcanzar sus antiguos compromisos de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre 26% y 28% en 2025 respecto a 2005, teniendo en cuenta que el covid-19 provocó una caída significativa de estas, según el grupo Climate Action Tracker.
Un actor "necesario"
Pero si "no se da un nuevo impulso, no podremos ir muy lejos", afirma la economista francesa Laurence Tubiana, arquitecta del Acuerdo de París.
Según las previsiones del America's Pledge, que reagrupa a miles de entidades no federales, con un "nuevo compromiso federal agresivo en 2021", Estados Unidos podría reducir un 49% sus emisiones en 2030 respecto a 2005.
La primera economía mundial es además un actor primordial en la diplomacia climática y si bien su retirada del Acuerdo de París no sentó precedente, algunos países se sintieron más libres para distanciarse de la lucha global contra el calentamiento, como Brasil, Australia e India.
"Lo vieron como una señal para limitar su compromiso con el Acuerdo de París, diciéndose +si el segundo emisor (mundial, después de China, nldr) no lo respeta, ¿por qué debería hacerlo yo?+", deplora Lois Young, representante permanente de Belize ante la ONU y presidenta del grupo AOSIS de Estados insulares, los más vulnerables ante los desarreglos climáticos.
"No hay duda: Estados Unidos es un actor necesario en el combate climático. Y los cuatro próximos años representan casi la mitad del tiempo del que disponemos para cambiar la trayectoria de las emisiones, según los científicos", defiende a la AFP.
En efecto, el informe de referencia de los expertos climáticos de la ONU (IPCC) de 2018 afirma claramente que para no superar un calentamiento de 1,5 ºC, habría que reducir las emisiones de casi 50% en 2030.
En los últimos años, ya se multiplicaron los eventos climáticos extremos relacionados con el calentamiento, como inundaciones, canículas e incendios devastadores.
La UE y China, líderes
Para los defensores del clima, también hay mensajes esperanzadores, como el reciente compromiso de China de alcanzar la neutralidad carbono en 2060 y la propuesta de la Comisión Europea de elevar la meta de la UE de reducción de emisiones de 40 a 55% en 2030, respecto a 1990.
"Los pasos dados por China y la UE muestran que el resto del mundo no permitirá" que Trump "destruya el clima y perjudique a las poblaciones", estima Mohamed Adow, del "think tank" Power Shift Africa.
Pese a todo, "los desafíos medioambientales nunca han sido tan relevantes" como en estas elecciones, asegura Adow, que confía en que una futura presidencia de Biden relanzaría y reforzaría los compromisos de Obama.
Biden se comprometió a regresar al Acuerdo de París y a alcanzar la neutralidad carbono en 2050 poniendo sobre la mesa un plan de 2.000 millones de dólares durante cuatro años, en favor sobre todo de energías limpias y de infraestructuras poco contaminantes.
Pero su aplicación no dependería solo del presidente, sino de su "capacidad para hacer adoptar una ley" y por tanto de una victoria de los demócratas en el Senado, de mayoría republicana, explica Tubiana.
De lo contrario, "me preocupa que el resto del mundo no se tome suficientemente en serio las obligaciones de reducir las emisiones a tiempo para evitar los peores impactos del cambio climático", según Mann.