A un mes de la elección presidencial en Francia, el gran favorito, el actual mandatario Emmanuel Macron, se escuda en la guerra en Ucrania para evitar debatir con sus rivales, pese al riesgo que corre la legitimidad de sus eventuales reformas.
"No debatiré con los otros candidatos antes de la primera vuelta. Ningún presidente en ejercicio que se presentó a la reelección lo hizo", indicó el lunes Macron a un periodista de la televisión LCI tras su primer acto electoral.
Macron esperó hasta el último momento para entrar en la contienda electoral. En una "Carta a los Franceses", anunció el jueves su esperada candidatura, pero precisó: "No podré hacer campaña como me hubiera gustado debido al contexto".
La coyuntura internacional le beneficia. La intención de voto del centrista se disparó en los sondeos desde el inicio de la ofensiva rusa en Ucrania, que refuerza además su imagen de mandatario y de jefe de las fuerzas armadas.
Este jueves, Macron será de nuevo el centro de las miradas al acoger en el Palacio de Versalles a los mandatarios de la Unión Europea (UE) para una cumbre de dos días sobre cómo proteger al bloque de las consecuencias de la guerra en Ucrania.
"En la primera vuelta, Macron se beneficia del 'efecto bandera'", constató el martes el instituto de sondeos Elabe, cuya última encuesta le da un 33,5% de intención de voto, casi 20 puntos por delante del siguiente candidato.
"Los franceses están preocupados. Buscan figuras protectoras", indicó a la AFP Pascal Perrineau, politólogo en Sciences Po, quien matiza no obstante que el "antimacronismo" y el deseo de analizar su mandato "siguen presentes".
Según el sondeo, la líder ultraderechista Marine Le Pen obtendría un 15%, seguida de Jean-Luc Mélenchon (13%, izquierda radical), Éric Zemmour (11%, extrema derecha) y Valérie Pécresse (10,5%, derecha). Macron también ganaría el balotaje.
Sus apoyos defienden que un debate entre los 12 candidatos se convertiría en una "batalla campal" contra Macron, que no tendría tiempo para responder a todos, y que el mandatario prefiere debatir directamente con los franceses.
A imagen de su entrada en campaña el lunes en Poissy, a 24 kilómetros de París. Durante una "conversación" con 200 habitantes, el presidente evocó el "sofocante" contexto internacional con el "regreso de la guerra a Europa".
"Situación potencialmente peligrosa"
Sin embargo, este primer acto presentado como un debate con los ciudadanos no convenció a sus rivales ni a los observadores, que lo vieron en cambio, en palabras de Le Pen, como "una discusión cuidadosamente preparada de antemano".
La conversación de Poissy no representó "ningún riesgo para el presidente", analizó en la radio Europe 1 el comentarista político Nicolas Beytout, para quien se trató más bien de un mitin: público entregado, aplausos a cada respuesta, etc.
"Si no hay un debate sobre las grandes opciones para los próximos cinco años y gana Emmanuel Macron, la situación será potencialmente muy peligrosa para él", advirtió en el diario Le Monde Brice Teinturier, politólogo en Ipsos.
Teinturier explicó en LCI que "cuando deban tomarse decisiones sobre una serie de medidas económicas, sociales (...), habrá franceses que digan: 'No lo vi durante la campaña electoral, no se votó democráticamente'".
La advertencia sobre la legitimidad no es baladí. La primera mitad del mandato de Macron ha estado marcada por las protestas, como la de los "chalecos amarillos", contra sus reformas y sus políticas sociales y económicas.
La irrupción de la pandemia de coronavirus sofocó estas protestas, pero le obligó a dar marcha atrás temporalmente a la impopular reforma de las pensiones, una de sus grandes políticas que prometió retomar si es reelegido en abril.
"En el programa de Emmanuel Macron estará la propuesta de aplazar progresivamente la edad de jubilación a los 65 años", avanzó este jueves el portavoz del gobierno, Gabriel Attal. "Habrá que trabajar más", agregó a la radio RTL.