Miles de trabajadores precarios pueden quedarse en la calle en Japón ya que la pandemia del coronavirus ha provocado el cierre temporal de los cibercafés donde muchos de ellos, llamados los "refugiados de la red", residen habitualmente.
Estos lugares, muy comunes en las ciudades japonesas, proponen acceso a internet las 24 horas del día, mangas, y bebidas sin alcohol en libre servicio, ademas de pequeños espacios privados y duchas.
Pero el estado de emergencia ante el coronavirus declarado a principios de abril en varias regiones del Japón, entre ellas Tokio, sus alrededores, y Osaka (oeste), ha obligado a varios cibercafés a cerrar temporalmente, dejando desamparados a sus clientes más fieles.
"He pensado en dormir en un banco de una estación, o en el metro" dice a la AFP un empleado de la construcción de 58 años, que se halla en esa situación y requiere el anonimato.
"No tengo adonde ir, apenas conozco a alguien" explica este trabajador de carácter interino, que se halla sin actividad pues varias obras han sido suspendidas debido a la epidemia.
Finalmente halló refugio en una gran sala de judo de Yokohama (sudoeste de Tokio) convertida desde el sábado pasado por el gobierno regional en centro de acogida de emergencia.
El lugar acoge a decenas de personas a las que se proporciona camas de campaña, rodeadas de precarias mamparas para preservar algo de intimidad.
Pobreza urbana
Estos espacios individuales cúbicos, concebidos por el prestigioso arquitecto japonés Shigeru Ban, especialista en hábitats de urgencia, tienen también como objetivo mantener una distancia social de precaución ante el coronavirus.
El objetivo es ofrecer una morada segura a quienes están desamparados por el estado de emergencia, explica Yuji Miyakoshi, un responsable municipal de Yokohama. Es gente "más bien discreta", agrega.
Japón es en apariencia una sociedad muy próspera y los visitantes extranjeros se asombran por las escasas personas sin techo en las metrópolis del país
El desempleo es muy bajo en el archipiélago, pero ello enmascara la gran precariedad de muchos empleos, temporales y mal pagados.
En el origen, los cibercafés abiertos 24H/24 acogían más bien a empleados que abandonaban muy tarde sus oficinas o una velada entre amigos antes de tomar el ultimo tren hacia sus casas en las lejanas regiones semiurbanas.
Pero la precarización de los empleos, y las baratas tarifas de los cibercafés --2.000 yenes (17 euros - USD 18,5) por noche - han hecho evolucionar progresivamente su clientela hacia la nueva clase de los pobres.
Alquilar un apartamento en una gran ciudad de Japón supone engorrosos trámites administrativos, y la necesidad de dejar una garantía muy elevada, lo que convierte a estos cibercafés y a los "hoteles cápsula" en lugares ideales para esta categoría de abandonados precarios.
Ayudas insuficientes
Tokio tendría unos 4.000 "refugiados de la red" y 2.000 sin techo, estima Tsuyoshi Inaba, responsable de una organización japonesa de ayuda a las personas desfavorecidas, interrogado por la AFP.
Las autoridades de la capital, que han pedido el cierre de lugares de vida nocturna debido a un reciente aumento de casos de covid-19, intentan hallar nuevas soluciones de alojamiento alternativos para los trabajadores sin domicilio fijo.
Pero militantes antipobreza consideran que el número de alojamientos previstos por el gobierno es insuficiente y lamentan las condiciones restrictivas de acogida. Los candidatos deben demostrar que viven en Tokio desde al menos seis meses.
Muchas personas expulsadas de los cibercafés no tendrán otra opción que la de dormir en la calle, advierte Inaba. "Ello podría provocar sufrimiento social y un aumento de los suicidios", dice
Una ayuda inadaptada puede generar además un "gran problema", y contribuir incluso a propagar el coronavirus al incitar a algunos a "ir a ciudades de provincia cuando quizá son ya portadores del virus" advierte Inaba.