Ciudad del Vaticano, (Notimex).- El líder máximo de una de las asociaciones más poderosas de la Iglesia católica estadunidense y mundial exigió rendición completa de cuentas a todos los responsables de la crisis por los abusos sexuales contra menores en ese país, incluido Theodore McCarrick, cardenal y antiguo arzobispo de Washington.
“Después de años de confesarnos con ellos, ahora es tiempo para ellos de confesar lo que hicieron y lo que dejaron de hacer”, escribió en una carta inéditamente dura, el responsable supremo de los Caballeros de Colón, Carl Anderson.
Difundido tanto en Roma como en Estados Unidos, el mensaje hizo referencia a las recientes noticias sobre los abusos cometidos por McCarrick, quien por años fue uno de los clérigos de mayor poder y al cual, apenas unas semanas atrás, el Papa le quitó sus derechos como cardenal.
Esto sumado al informe de un Gran Jurado de Pensilvania, publicado la semana pasada y en el cual se recopilaron unos mil testimonios de víctimas de los abusos cometidos durante décadas por 300 sacerdotes de seis diócesis pertenecientes a ese estado.
Anderson advirtió que esas publicaciones causaron “grave preocupación” entre los católicos, muchos de los cuales se sienten “profundamente traicionados” por aquellos a quienes tuvieron “en gran estima durante mucho tiempo”.
“Tales preocupaciones son compartidas no solamente en los Estados Unidos, sino también en Europa, América Latina y en otras partes”, reveló.
“Estos pecados de acción u omisión han colocado a la Iglesia que amamos en medio de una convulsión. Tristemente, la desgracia no sólo toca a los autores, sino que nos daña a todos nosotros, como el silencio de los pastores que no escucharon los gritos de su grey”, añadió.
Fundados en 1882 en Connecticut como “sociedad fraternal”, los Caballeros de Colón actualmente cuentan con 1.9 millones de miembros y una amplia presencia mundial, incluida una representación consistente en varios estados de la República Mexicana.
En su misiva, el caballero supremo recordó que -desde sus inicios- la organización ha tenido como objetivo primordial apoyar a los obispos y clérigos, pero advirtió del “gran dolor” que les ha causado saber que muchos de ellos han traicionado su vocación por “malas acciones directamente cometidas o encubiertas”.
Entre otras cosas, sostuvo que además de “actos criminales devastadores”, durante esta crisis han salido a la luz “otras fallas morales en el clero” que representan una crisis de compromiso con el mensaje cristiano.
“Demasiado a menudo las necesidades de las víctimas han sido subordinadas a un deformado sentido de piedad hacia los autores o un instinto clerical de autoconservación”, señaló.
“Los actos sexuales - tanto los criminales como los no criminales- destacan la necesidad de recuperar un respeto por y un renovado compromiso con las promesas sacerdotales de celibato”, añadió.
Con estas últimas palabras, se refirió indirectamente a prácticas que se han conocido durante la crisis y que no constituyen abusos contra menores sino homosexualidad activa en diversos seminarios.
Habitualmente mesurado en sus discursos y apariciones públicas, en esta ocasión Anderson utilizó términos pocas veces vistos en un líder de los Caballeros que siempre se ha caracterizado por utilizar un lenguaje eclesiástico y catequético.
Jamás se le había visto confrontar públicamente a un cardenal, como lo hizo con McCarrik en la carta. Aseguró que es necesaria la “reconstrucción de la Iglesia” en Estados Unidos producto de un proceso que incluya el arrepentimiento y la reforma.
“El arrepentimiento debería incluir una completa rendición de cuentas de parte de quienes han cometido fechorías. El arzobispo McCarrick y los otros que se encuentran en falta nos deben una total explicación sobre sus acciones, motivaciones y encubrimientos”, estableció.
Eso, dijo, ayudará a aumentar la conciencia de que el abuso sexual es un problema global que debe ser atendido en los niveles más altos de la Iglesia católica.
“Los sacerdotes y los obispos que rechazan vivir según sus promesas de celibato deberían ser removidos del ministerio público, no por castigo, sino para la protección de los fieles y para prevenir futuras derivaciones del escándalo que estamos sufriendo”, siguió.
En el ámbito de la reforma, Anderson propuso medidas concretas entre las cuales destacó una investigación completa sobre los abusos sexuales conducida por una comisión independiente que incluya a fieles laicos.
Además de completa transparencia de parte de la jerarquía católica sobre todos los asuntos del pasado o del futuro relacionados con inconductas sexuales criminales; una extensión de la política de “tolerancia cero” contra malas conductas sexuales en el clero que incluyan a los obispos y los seminaristas.
Al mismo tiempo propuso el establecimiento de un “teléfono ético independiente” que reciba denuncias de conductas criminales o de otro tipo que estén en desacuerdo con la enseñanza católica sobre el estado de vida que deben llevar los clérigos.
“Tales reformas serán difíciles para una Iglesia no acostumbrada a ellas, y debemos apoyar a nuestros obispos y nuestros sacerdotes a que las abracen con el objetivo de reconstruir”, insistió.
“Podemos ayudar a reconstruir nuestra Iglesia de varios modos. Ante todo, los Caballeros deben abrazar el amor a Dios y el amor hacia el prójimo. Esto es exactamente lo contrario del rechazo a Dios y la explotación del prójimo que nuestra Iglesia ha atestiguado en estos escándalos”, ponderó.