Los universitarios son una de las fuerzas que mantiene viva la llama de las protestas antigubernamentales en Bielorrusia, que no cesan desde hace casi cuatro meses, pese a poner en riesgo su futuro académico y no contar con el apoyo del profesorado.
"No pienso llorar y lamentarme, voy a seguir participando activamente en la vida de la sociedad", dice Margarita Shevchenko, una alumna de magisterio suspendida de la Universidad Estatal Lingüística de Minsk.
LOS ESTUDIANTES QUIEREN MAYOR VISIBILIDAD
La joven es participante asidua en los actos de protesta organizados por los estudiantes bielorrusos y el pasado septiembre ya tuvo que rendir cuentas ante el rector por una de las acciones que protagonizó en el centro educativo.
Durante esa protesta, Shevchenko se cubrió el rostro con el velo islámico y se colocó a la entrada en la institución educativa con una pancarta en la que se podía leer "Las mujeres en Irán tienen más derechos que los alumnos de la Universidad Lingüística de Minsk".
Yulia, una universitaria minskeña de 20 años, fue arrestada por 15 días por participar en una protesta no autorizada.
En una conversación con Efe, la joven asegura que continuará manifestándose pese a las consecuencias que puedan tener sus acciones.
"A los jóvenes es más difícil intimidarnos", dice Yulia, quien agrega que ha recibido una amonestación en la universidad pero no ha sido suspendida de las clases.
Sin embargo, solo en una semana, la primera que siguió al llamamiento de la oposición para declarar una huelga general en el país, en Minsk fueron expulsados de distintos centros de estudios superiores más de un centenar de universitarios.
En la actualidad, según las cifras oficiales, su número supera los 300.
Y mientras las mujeres "solo" son marginadas de la universidad, los varones además de ser expulsados son llamados a cumplir el servicio militar.
TRABAJO DESDE LA CLANDESTINIDAD
No todos los estudiantes se atreven a desafiar abiertamente a las autoridades, confiesan los propios alumnos.
Maya, alumna de la Universidad Estatal bielorrusa, relata que no participa en las protestas porque, entre otras cosas, teme que su activismo pueda perjudicar a su familia.
Al mismo tiempo, la muchacha confiesa que trabaja para la causa desde la clandestinidad y redacta textos en apoyo de los estudiantes y docentes represaliados.
APOYO TÍMIDO DEL PROFESORADO
Aparte de los estudiantes, en las protestas participan también algunos profesores.
Al mismo tiempo, su número no es muy grande, según los estudiantes, ya que por participar en los actos de sus alumnos, el docente puede ser sancionado y ser despedido.
La líder de la oposición bielorrusa en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, se dirigió a los profesores para que apoyen a los alumnos en su protesta.
"Pueden apoyar a sus estudiantes en las acciones de protesta y ser su voz en las reuniones con autoridades. Pero si no están dispuestos a una confrontación abierta, pueden hablar con los chicos durante las clases y los seminarios sobre asuntos que les preocupan a ellos", dijo Tijanóvskaya en un mensaje al profesorado bielorruso.
De acuerdo con el medio independiente TUT.by, son varios los profesores despedidos por sumarse a las protestas.
Entre los docentes también los hay quienes renuncian por su cuenta en señal de protesta contra las represiones policiales.
Uno de ellos es el doctor en filosofía Pavel Barkovski, quien dimitió tras ver que la mayoría de sus colegas no apoyaban las protestas.
"Lamentablemente, la mayoría de los profesores defienden que la universidad está fuera de la política y no expresan su postura cívica", dijo Barkovski, quien se mostró dispuesto a volver a dar clases cuando las autoridades respeten la ley y los derechos humanos.
ÓRDENES DE ARRIBA
Los jóvenes están convencidos de que las universidades no acallan las protestas por iniciativa propia sino que cumplen "órdenes de arriba".
En este sentido, recuerdan que el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, en el poder desde hace 26 años, llamó a suspender a los estudiantes que participen en protestas no autorizadas.
"El que participe en un acto no autorizado, violando las leyes, debe ser privado del derecho de ser estudiante. Envíenlo al ejército o a la calle", dijo el mandatario bielorruso.
Poco después, dio un paso más en sus amenazas contra los universitarios: afirmó haber dado instrucciones al Gobierno para que no se reconozcan más los diplomas universitarios de aquellos alumnos bielorrusos que estudien o quieran estudiar fuera del país.
Allí, aseveró, en referencia a Polonia o Lituania -que han abierto sus puertas a los alumnos bielorrusos-, serán sometidos a un "lavado de cerebro".