Los mayores desafíos de los próximos dos años serán la disparada del costo de la vida azuzada por la guerra de Ucrania y la reapertura económica después de la pandemia, según una encuesta del Foro Económico Mundial (WEF) que cada año se reúne en Davos (Suiza).
La crisis del costo de la vida empuja a millones de personas a la pobreza extrema y alimenta las tensiones sociales en muchas regiones del planeta.
Para los encuestados, supone un riesgo mayor que las catástrofes naturales, los fenómenos meteorológicos extremos y los conflictos.
"Los conflictos y las tensiones geoeconómicas desencadenaron una serie de riesgos mundiales profundamente interconectados", indica un comunicado de presentación del informe Global Risks 2023, una encuesta realizada entre 1.200 expertos y responsables políticos.
Esos riesgos incluyen "presiones sobre los suministros de energía y alimentos, que se espera que persistan durante los próximos dos años, y fuertes aumentos de la crisis del costo de la vida y del costo de la deuda" debido a la subida de los precios de la energía y de los tipos de interés.
Los aumentos de precios "socavan los esfuerzos para hacer frente a otras amenazas a largo plazo, principalmente el cambio climático" y la pérdida de biodiversidad, indica el comunicado, publicado antes del comienzo de la principal reunión anual del WEF, que se celebrará en la estación de esquí suiza de Davos del 16 al 20 de enero.
El informe, elaborado en colaboración con la consultora de seguros y gestión de riesgos Marsh McLennan y la aseguradora Zurich Insurance Group, hace un llamamiento a la cooperación internacional ante la "rápida reducción" de las oportunidades.
"La pandemia mundial y la guerra en Europa han vuelto a poner en primer plano las crisis energética, inflacionaria, alimentaria y de seguridad", afirma el comunicado, que hace referencia al riesgo de "sociedades polarizadas por la desinformación y la mala información" y a las "guerras geoeconómicas".
La brecha de género se amplió a escala global entre 2020 a 2021, pero "es más evidente en América Latina y el Caribe, prosigue el informe.
"En 2021, el 31,9 % de las mujeres en el mundo padecía inseguridad alimentaria moderada o grave en comparación con el 27,6 % de los hombres", pero en América Latina y el Caribe "la diferencia entre hombres y mujeres fue de 11,3 puntos porcentuales". En 2020, había sido de 9,4 puntos porcentuales.
- Resiliencia -
Si no se adoptan medidas drásticas a escala global, "todos nuestros esfuerzos habrán servido simplemente a atajar las grandes crisis que hemos vivido", lamentó el presidente del FIDA, Gilbert Houngbo, en una entrevista con la AFP.
Las cinco organizaciones alertan de "la intensificación de los principales factores de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, a saber, los conflictos, los fenómenos climáticos extremos y las perturbaciones económicas, en combinación con el aumento de las desigualdades".
"La cuestión ahora no es si las adversidades seguirán produciéndose o no", concluyen, "sino que deberíamos estar adoptando medidas más audaces para crear resiliencia ante ellas", como por ejemplo el conflicto en Ucrania, que perturba las cadenas de abastecimiento y provoca un aumento de los precios.
El Cuerno de África (Somalia, Kenia, Etiopía) atraviesa además una de las peores sequías en más de 40 años, que está diezmando ganado y cultivos y que amenaza de hambruna a más de 16 millones de personas, según la ONU.
Por otro lado, 2.300 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria grave o moderada en algún momento de 2021, lo que significa que no tuvieron acceso a una alimentación adecuada o tuvieron dificultades para alimentarse en algunos periodos.
La mayoría vive en zonas rurales de países en desarrollo, sobre todo de Asia y de África, precisó el presidente del FIDA.