La ONU dijo este martes temer que Birmania se hunda en un conflicto generalizado como en Siria, tras el golpe de Estado rechazado por vastos sectores de la población que celebró en pie de lucha el primer día del Año nuevo budista.
Birmania se encuentra sumida en el caos desde que el 1 de febrero la junta militar se hizo con el poder, derrocando a la exlíder civil Aung San Suu Kyi.
Según un recuento efectuado por la Asociación de asistencia a presos políticos (AAPP), la represión ha provocado al menos 710 muertos, entre los cuales 50 niños. Unas 3.000 personas han sido detenidas.
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, dijo temer "que la situación en Birmania se dirija hacia un conflicto generalizado" e instó a los Estados a "tomar medidas inmediatas, decisivas y efectivas" para obligar a la junta a cesar su represión.
"Hay ecos claros de 2011 en Siria. Allí también vimos manifestaciones pacíficas reprimidas con una fuerza innecesaria y por completo desproporcionada. La represión brutal y persistente del Estado contra su propio pueblo condujo a algunas personas a tomar las armas, lo que fue seguido de una espiral de violencia en todo el país", afirmó Bachelet en un comunicado.
Diez años después, el conflicto en Siria ha dejado cerca de 400.000 muertos.
"Los Estados no deben permitir que se repitan los errores fatales que se cometieron en Siria y otras partes", añadió Bachelet.
El golpe de Estado ha suscitado numerosas condenas en las capitales occidentales, a veces acompañadas de sanciones contra la junta y sus intereses financieros.
La represión en el ámbito judicial tampoco pierde fuelle. Un tribunal militar de Rangún condenó a muerte a siete manifestantes, acusados de haber matado a un supuesto informante, según reportó un medio estatal de prensa este martes. Tres de los manifestantes fueron juzgados en ausencia.
Por otro lado, la junta también anunció este martes que decenas de personas fueron añadidas a la lista de personas buscadas por las autoridades, que ya asciende a 260, entre famosos, médicos y ciudadanos corrientes.
Muchos están acusados de propagar mensajes contra la junta, y los médicos, de haber atendido en clínicas privadas a manifestantes heridos, según medios estatales.
Mensajes prodemocracia
Muchos opositores al golpe quisieron boicotear este martes la fiesta del agua, punto de partida del festival de Thingyan, el Año nuevo budista, que se celebra hasta el viernes.
Habitantes de Rangún, Monywa y Bafo colocaron en los botes de flores --tradicionalmente usados en estas fiestas-- mensajes en favor de la democracia, antes de depositarlos en las calles.
"Luchen por la democracia", "No renuncien nunca" podía leerse en esos recipientes, que son, según un opositor en Rangún, un símbolo para recibir el nuevo año y al mismo tiempo "honrar a los héroes muertos".
Habitantes de Mandalay, la segunda ciudad del país, colocaron recipientes en una "stupa", un monumento budista, con la imagen de un saludo con tres dedos de la mano, símbolo de la resistencia.
En un mensaje en Twitter, la emisaria de la ONU para Birmania, Christine Schraner Burgener, dijo que "Thingyan debería ser una feliz celebración pero desgraciadamente no hay nada que celebrar en Birmania".
La emisaria de la ONU inició por Tailandia una gira diplomática por Asia, pero Birmania rechaza recibirla.
Facciones étnicas
Facciones étnicas armadas, muchas de las cuales apoyan abiertamente al movimiento de protesta, han multiplicado los ataques contra el ejército y la policía en las últimas semanas.
El ejército replicó con ataques aéreos que, según Free Burma Rangers, una organización humanitaria cristiana, obligaron a más de 24.000 civiles del Estado Karen (sudeste) a abandonar sus hogares, hasta el sábado pasado.
Los Free Burma Rangers, que gestionan un centro de salud en ese Estado, afirmaron que los bombardeos causaron al menos 20 muertos y más de 40 heridos. La AFP no pudo verificar este balance con una fuente independiente.