La Unión Europea sancionó el lunes al jefe de la junta de Birmania y a otros diez funcionarios por la represión de los opositores al golpe militar, que siguen manifestándose en todo el país.
Desde el golpe de Estado del 1 de febrero, que derrocó a la líder civil Aung San Suu Kyi, más de 2.600 personas fueron arrestadas y unas 250 asesinadas, según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP).
El balance de víctimas podría ser mayor, según este organización local de derechos humanos.
Los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea aprobaron sanciones contra el líder de la junta, el general Min Aung Hlaing, así como contra nueve de los más altos cargos de las fuerzas armadas y el presidente de la comisión electoral.
Se les prohíbe viajar a la UE o transitar por ella y se les congelan sus eventuales activos o recursos en la Unión.
La violencia en Birmania alcanzó un nivel "absolutamente inaceptable", dijo el jefe de la diplomacia alemana, Heiko Maas.
Se trata de las primeras sanciones desde el golpe de Estado decididas por la UE, que ya había sancionado en 2019 a catorce militares y policías por la persecución contra la minoría musulmana de los rohinyás.
Por otra parte, la BBC anunció este lunes la liberación de su periodista local en Birmania, Aung Thura, detenido el viernes en la capital Naipyidó. Cuarenta periodistas han sido detenidos desde el golpe de Estado, según el medio británico.
Un segundo periodista, Than Htike Aung, que trabaja para el medio local Mizzima y que también fue detenido el viernes en Naipyidó, permanece detenido.
En Birmania están cortadas las conexiones móviles a internet, así como varias redes wifi, y actualmente solo están disponibles los periódicos estatales.
A los medios de comunicación independientes locales, incluido Mizzima, se les ha retirado la licencia.
Los opositores al golpe han decidido manifestarse de día pero también de noche en un nuevo desafío a la represión.
Manifestaciones a primera hora de la mañana
En Mandalay (centro), capital cultural y segunda ciudad del país, los manifestantes, entre los que se encontraban profesores, se manifestaron de nuevo en gran número antes del amanecer el lunes, algunos con pancartas en las que pedían la intervención de la ONU.
Ocho personas murieron el domingo y unas 50 resultaron heridas en la ciudad, informó una fuente médica a la AFP.
En un barrio se escucharon disparos de armas automáticas hasta cerca de las 23h00 locales.
"La gente estaba completamente asustada y se sintió insegura toda la noche", dijo un médico a la AFP por teléfono.
Para protestar contra la represión, un grupo de médicos de Mandalay celebró una "manifestación de pancartas" alineadas en la calle como manifestantes virtuales, informó el medio independiente Voice of Myanmar. Los monjes realizaron una protesta similar.
En Rangún, la capital económica, también hubo protestas en la madrugada del lunes en algunos barrios, donde los automovilistas hicieron sonar sus bocinas en apoyo al movimiento prodemocracia.
Residentes en el suburbio de Hlaing, de Rangún, lanzaron centenares de globos rojos de helio con mensajes en los que también se insta a la ONU a intervenir para poner fin a las atrocidades, según medios locales.
La situación es muy tensa en Rangún, donde dos de los cinco millones de habitantes están sometidos a la ley marcial.
En Monywa (centro), cientos de personas se manifestaron el lunes tras la muerte de un manifestante, según medios locales.
Sanciones internacionales
Las condenas internacionales se suceden, hasta ahora sin reacción de los generales. Antes de las sanciones de la UE, Estados Unidos y Gran Bretaña habían tomado medidas punitivas.
Los vecinos de Birmania también han expresado su preocupación y tanto Indonesia como Malasia han pedido la celebración urgente de una cumbre de los diez países integrantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de la que también forma parte Birmania, para hablar de la crisis.