El número de muertos tras las lluvias torrenciales de los últimos días en el noreste de Brasil se elevó a 106, informaron este martes las autoridades locales, que continúan buscando a ocho desaparecidos.
El martes por la tarde, tres días después de los deslaves más críticos provocados por las lluvias, "los bomberos encontraron los cuerpos de seis víctimas", informó en un comunicado la Secretaría de Defensa Social del gobierno del estado de Pernambuco.
Con la ayuda de "perros detectores y aeronaves", más de 400 bomberos y militares continuaban buscando a los últimos desaparecidos bajo el lodo que arrasó barrios enteros en la región metropolitana de la capital del estado, Recife.
El hallazgo de los nuevos cuerpos puso fin a las búsquedas en la comunidad de Jardim Monteverde, una de las más afectadas, donde más de 20 personas perecieron bajo un tsunami de barro y escombros.
"Fue una tragedia, perdí muchos amigos", dijo a la AFP Maria Heronize, una vecina de 49 años, conteniendo las lágrimas.
Al menos 24 municipios del estado decretaron la situación de emergencia por los estragos, que dejaron más de 6.000 personas sin hogar o desplazadas, así como grandes daños en las infraestructuras.
Las lluvias empezaron a mediados de la semana pasada, pero se intensificaron el fin de semana.
Entre la noche del viernes y la mañana del sábado, el volumen de agua alcanzó el 70% de lo esperado para todo el mes de mayo en algunos puntos de la capital.
- Cambio climático y planificación deficiente -
El presidente brasileño, el ultraderechista Jair Bolsonaro, sobrevoló la región el lunes y lamentó las muertes. Su gobierno habilitó un crédito de 1.000 millones de reales (unos USD 212 millones al cambio) para reforzar la asistencia humanitaria y reconstrucción, a cargo de las autoridades locales.
Las imágenes de Recife evocan el drama ocurrido en febrero en Petrópolis, en el estado de Rio de Janeiro (sureste), donde murieron 233 personas tras lluvias torrenciales y deslaves.
Los expertos atribuyen este tipo de tragedias a una combinación de fuertes lluvias -exacerbadas por el cambio climático- y a la construcción de grandes barriadas con viviendas precarias en escarpadas zonas de riesgo.
"Pero no puede ser culpado de que gobiernos permitan construir en áreas de riesgo o de que la población pobre no tenga adónde ir y deba construir y vivir en áreas vulnerables", añadió el especialista.
El Cemaden calcula que en Brasil 9,5 millones de personas viven en áreas de riesgo por deslizamiento o inundación, muchas de ellas en favelas -barriadas pobres-, sin estructuras de saneamiento básico.