/ miércoles 21 de junio de 2017

Superviviente de Chapecoense presenta libro Vive como si cada día fuera el último

Rio de Janeiro, Brasil.- Rafael Henzel está vivo de "milagro".Este periodista brasileño es uno de los seis supervivientes delaccidente aéreo del Chapecoense y, con la clarividencia de quienacarició la muerte, quiere contagiar ahora su vitalismo a todo elque quiera escucharlo y leerlo. Vive como sicada día fuera el último" ("Viva como se estivesse de partida")es la invitación que hace este locutor deportivo en su libro desuperación personal que, cariñosa e incansablemente, autografióla noche del martes en su lanzamiento en una librería Río deJaneiro. En la fila de espera, las emociones estaban a florde piel. Pocos podían contener las lágrimas al conversar yfundirse en un abrazo con uno de los "héroes" de la tragediafutbolística que conmocionó al mundo y que muchos brasileñossienten como propia.

Con asombrosa serenidad, Rafael era quien los iba consolando yreconfortando, uno a uno.

Estoy aquí, humildemente, para decir que nopodemos dejar que la llama se apague, que hay que aprovechar lavida. Si las personas lo interiorizan conmigo, esto me deja muysatisfecho", dijo el periodista en una entrevista con laAFP. Henzel apenas tiene marcas visibles del accidente quehace siete meses acabó con el sueño del humilde club de Chapecó(sur) y dejó 71 muertos. Una cicatriz alrededor de su ojo derechoes prácticamente la única señal de que estaba en el aviónboliviano que se estrelló sin combustible en las montañascolombianas de Medellín.

Fue allí que Rafael volvió a nacer, a sus 43 años.Yo siempre digo que tengo dos fechas denacimiento. Soy brasileño y colombiano. Fue un renacimiento sí,pero tengo que hacer valer ese renacimiento, no vale sólo estarvivo", dijo el conductor de la pequeña Radio Oeste Capital, deChapecó. Lee también | 

Problemas"mínimos"

El libro de Rafael es, de hecho, un poderoso canto a lavida.

El periodista hace un repaso emocional a los últimos meses:desde la euforia que le embargaba por la primera finalinternacional de su club, pasando por el desconsuelo de perder adecenas de amigos, hasta el día en que en la unidad de cuidadosintensivos vio que debía decidir entre revolcarse en su"sufrimiento" o enfocarse en su "recuperación".

Gracias a la fuerza y oraciones que le enviaron miles depersonas a través de las redes sociales, Rafael eligió la segundaopción: empezó a hacer ejercicios de rehabilitación incluso demadrugada, a escuchar música más alegre, a creer en él y, en 40días, estaba de vuelta a los micrófonos para narrar la nuevaetapa del Chapecoense. Creo que mi optimismo mehizo vivir", afirma este brasileño pálido y de ojosazules. Estar al borde de la muerte le hizo ver la vida conotra mirada y, ante un mundo acelerado y cada vez másindividualista, quiso dejar por escrito su aprendizaje.

"Sólo hay una cosa que no tiene solución, que es la muerte. Y,muchas veces, conseguimos transformar problemas mínimosfamiliares, amorosos o profesionales en problemas gigantes. Eso nolleva a nada, las cosas poco a poco se van acomodando", asevera elcomunicador.

Estar más tiempo con la familia, disfrutar de los amigos,relativizar los problemas y vencer los miedos son algunos de losconsejos que Rafael da en el libro, predicando con el ejemplo.

Puede interesarte | 

Entre Dios yMessi 

Ahora soy mucho más apasionado por lo quehago", resume el comunicador y padre de un chico de 12 años, quecada día se levanta a las 6h15 para conducir su programa matutino,luego narrar otro en la tarde y viajar con el Chapecoense alládonde juegue. Desde la fatídica madrugada del 29 denoviembre, no ha habido un día en que Rafael no recordara elaccidente, pero trata de evitar el rencor por lo que pasó y sepudo evitar. Tengo la indignación que tienentodos los brasileños, que tiene todo el mundo, pero Dios no medejó aquí para tener odio", sostiene. De hecho, repiteincansablemente que es un "milagro" de "Dios" que lograra salir convida de los escombros de Medellín, junto a tres jugadores delChape y dos tripulantes.

Ese día Rafael cambió cuatro veces de asiento y Leo Messiacabó por salvarlo "indirectamente". Con su 1,90 de altura, elperiodista iba a sentarse en el pasillo de la penúltima fila, peroun colega le dijo que quería ese lugar porque aparentemente ahíse había sentado el astro argentino. Ese compañero murió.Realmente esa cosa de Messi es muy impactantepara mí", confiesa Rafael. Aunque se siente tranquiloretomando su vida de antes, su potencial de "coaching" es evidente.Nosotros los supervivientes tenemos este deber,tranquilizar el corazón de las personas. El sufrimiento es muygrande, pero la vida está ahí", concluye. /amg

Rio de Janeiro, Brasil.- Rafael Henzel está vivo de "milagro".Este periodista brasileño es uno de los seis supervivientes delaccidente aéreo del Chapecoense y, con la clarividencia de quienacarició la muerte, quiere contagiar ahora su vitalismo a todo elque quiera escucharlo y leerlo. Vive como sicada día fuera el último" ("Viva como se estivesse de partida")es la invitación que hace este locutor deportivo en su libro desuperación personal que, cariñosa e incansablemente, autografióla noche del martes en su lanzamiento en una librería Río deJaneiro. En la fila de espera, las emociones estaban a florde piel. Pocos podían contener las lágrimas al conversar yfundirse en un abrazo con uno de los "héroes" de la tragediafutbolística que conmocionó al mundo y que muchos brasileñossienten como propia.

Con asombrosa serenidad, Rafael era quien los iba consolando yreconfortando, uno a uno.

Estoy aquí, humildemente, para decir que nopodemos dejar que la llama se apague, que hay que aprovechar lavida. Si las personas lo interiorizan conmigo, esto me deja muysatisfecho", dijo el periodista en una entrevista con laAFP. Henzel apenas tiene marcas visibles del accidente quehace siete meses acabó con el sueño del humilde club de Chapecó(sur) y dejó 71 muertos. Una cicatriz alrededor de su ojo derechoes prácticamente la única señal de que estaba en el aviónboliviano que se estrelló sin combustible en las montañascolombianas de Medellín.

Fue allí que Rafael volvió a nacer, a sus 43 años.Yo siempre digo que tengo dos fechas denacimiento. Soy brasileño y colombiano. Fue un renacimiento sí,pero tengo que hacer valer ese renacimiento, no vale sólo estarvivo", dijo el conductor de la pequeña Radio Oeste Capital, deChapecó. Lee también | 

Problemas"mínimos"

El libro de Rafael es, de hecho, un poderoso canto a lavida.

El periodista hace un repaso emocional a los últimos meses:desde la euforia que le embargaba por la primera finalinternacional de su club, pasando por el desconsuelo de perder adecenas de amigos, hasta el día en que en la unidad de cuidadosintensivos vio que debía decidir entre revolcarse en su"sufrimiento" o enfocarse en su "recuperación".

Gracias a la fuerza y oraciones que le enviaron miles depersonas a través de las redes sociales, Rafael eligió la segundaopción: empezó a hacer ejercicios de rehabilitación incluso demadrugada, a escuchar música más alegre, a creer en él y, en 40días, estaba de vuelta a los micrófonos para narrar la nuevaetapa del Chapecoense. Creo que mi optimismo mehizo vivir", afirma este brasileño pálido y de ojosazules. Estar al borde de la muerte le hizo ver la vida conotra mirada y, ante un mundo acelerado y cada vez másindividualista, quiso dejar por escrito su aprendizaje.

"Sólo hay una cosa que no tiene solución, que es la muerte. Y,muchas veces, conseguimos transformar problemas mínimosfamiliares, amorosos o profesionales en problemas gigantes. Eso nolleva a nada, las cosas poco a poco se van acomodando", asevera elcomunicador.

Estar más tiempo con la familia, disfrutar de los amigos,relativizar los problemas y vencer los miedos son algunos de losconsejos que Rafael da en el libro, predicando con el ejemplo.

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Entre Dios yMessi 

Ahora soy mucho más apasionado por lo quehago", resume el comunicador y padre de un chico de 12 años, quecada día se levanta a las 6h15 para conducir su programa matutino,luego narrar otro en la tarde y viajar con el Chapecoense alládonde juegue. Desde la fatídica madrugada del 29 denoviembre, no ha habido un día en que Rafael no recordara elaccidente, pero trata de evitar el rencor por lo que pasó y sepudo evitar. Tengo la indignación que tienentodos los brasileños, que tiene todo el mundo, pero Dios no medejó aquí para tener odio", sostiene. De hecho, repiteincansablemente que es un "milagro" de "Dios" que lograra salir convida de los escombros de Medellín, junto a tres jugadores delChape y dos tripulantes.

Ese día Rafael cambió cuatro veces de asiento y Leo Messiacabó por salvarlo "indirectamente". Con su 1,90 de altura, elperiodista iba a sentarse en el pasillo de la penúltima fila, peroun colega le dijo que quería ese lugar porque aparentemente ahíse había sentado el astro argentino. Ese compañero murió.Realmente esa cosa de Messi es muy impactantepara mí", confiesa Rafael. Aunque se siente tranquiloretomando su vida de antes, su potencial de "coaching" es evidente.Nosotros los supervivientes tenemos este deber,tranquilizar el corazón de las personas. El sufrimiento es muygrande, pero la vida está ahí", concluye. /amg

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