Los manifestantes contra el golpe de Estado en Birmania mantuvieron una "huelga silenciosa" el viernes vaciando las calles del país y cerrando los comercios.
Este país del sudeste asiático vive una grave crisis desde el golpe de Estado en febrero, con un economía en ruinas y con más de 1.300 personas asesinadas por las fuerzas de seguridad, según un grupo local de monitoreo.
Las calles del centro de Rangún, el centro comercial de Birmania, amanecieron desiertas, sin vendedores callejeros y con escaso tráfico, constataron los corresponsales de la AFP.
En la pagoda de Shwedagon, un complejo religioso budista habitualmente muy frecuentado, no hubo peregrinos ni visitantes.
"Los restaurantes, tiendas y el mayor mercado están cerrados" dijo a la AFP un vecino de Mandalay, la segunda mayor ciudad de Birmania, que quiso mantenerse en el anonimato.
"Desde por la mañana, no hay vendedores ambulantes ni trabajadores", agregó.
Las fotografías de los medios locales también mostraron calles vacías en Mawlamyaing, en el sureste, y en otras ciudades del norte de la región de Sagaing.
La embajada de Estados Unidos en Rangún pidió a sus ciudadanos que no salieran a la calle el viernes, ante el riesgo de violencia por parte de las fuerzas de seguridad contra las reuniones o protestas.
Las masivas manifestaciones que estallaron en Birmania tras el golpe fueron reprimidas con violencia por los militares.
Ahora, las manifestaciones son en pequeños grupos, que se disuelven rápido para evitar ser detenidos.
El domingo pasado, soldados birmanos impactaron un automóvil contra una de estas manifestaciones en Rangún, provocando la muerte de cinco personas, según medios locales.
La junta afirma que solo hubo tres manifestantes heridos.