La dueña de un Nissan Platina, jamás pensó que la mañana del sábado viviría horas de tensión al ver su vehículo envuelto en llamas.
En la calle Aurora en el barrio de San Francisquito, la propietaria del vehículo sedán acudió a una gasolinera cercana para llenar el tanque, un olor a combustible llamó su atención, pero no le prestó la debida importancia.
Incluso el despachador de gasolina sorprendido, indicó a la dueña que su tanque se había llenado de más, y el combustible se derramaba, pero la calma continúo para la mujer, por lo que decidió retornar a su casa.
Al tratar de estacionar el auto en su domicilio, el intenso calor hizo contacto con la gasolina que salía del tanque, la cual desde la estación de servicio se había esparcido por la carrocería y el asiento trasero de la unidad.
Y la gasolina prendió con los rayos solares y lo caliente del pavimento, provocando que las llamas se expandieran rápidamente sobre las llantas traseras y el chasis.
Ante esta situación, la propietaria del Platina solicitó el apoyo de los cuerpos de emergencias, con ayuda de los vecinos trataron de contener el fuego.
Bomberos llegaron para contener el fuego, esparcieron agua sobre todos los rincones del automóvil.
Al enfriar el auto los bomberos se retiraron del lugar, no obstante, continuaba sintiéndose el olor penetrante del hidrocarburo en el automóvil.
Al llegar el agente de seguros para realizar la evaluación de los daños, solicitó el apoyo de una grúa trasladar la unidad a un taller.
Sólo hasta ese momento, tanto la propietaria como los vecinos, se dieron cuenta de cuál era la falla de donde provenía la fuga del combustible, siendo una manguera conectada del tanque al motor, y en un tramo degollada.
Y por ese conducto se fugaba la gasolina, de hecho al momento de subir el auto a la grúa, el combustible que quedaba en el tanque se derramó en la calle Aurora.
Finalmente, y por más de media de maniobrar en la estrecha calle, y entre los autos estacionados, el chofer de la grúa logró salir.