/ miércoles 28 de febrero de 2018

Sentido adiós a la familia peregrina

La plaza principal de la comunidad de San Isidro Miranda se vio abarrotada al mediodía de este martes, niñas, niños, vecinos, familiares y hermanos peregrinos, acompañaron en el último adiós a los cuatro integrantes de la familia Salinas Peralta, quienes perecieron en un accidente automovilístico.

Fueron tantos, que la explanada de la parroquia de San Juan María Vianey resultó insuficiente para albergar a las más de mil personas que se volcaron en muestras de solidaridad e indignación por este percance.

Niñas y niños interrumpieron sus clases, y todavía ataviados con el uniforme escolar, acompañaron a sus padres para despedir a los integrantes de la familia Salinas Peralta.

El obispo de la Diócesis de Querétaro Faustino Armendáriz Jiménez ofició la misa de cuerpo presente, sobre un altar improvisado en la plaza principal, al frente estandartes de la Virgen de Guadalupe presentes para despedir al hermano, al amigo y al compañero de tantas y tantas caminatas hacia el Santuario Guadalupano en el Tepeyac, como lo fue en vida José Gabriel Salinas Rivera.

Al centro y rodeados de sus familiares y miembros de la iglesia,  los féretros en color blanco en donde yacían los restos de Samuel y Mateo, mientras que en otros  dos hechos de caoba, descansaban los cuerpos de José Gabriel y su esposa Alma Delia Peralta Estrada.

“Se trata simplemente de un momento de intensa tristeza, pero debe ser también un momento de firme esperanza, porque confiamos en que estos rostros amados los volveremos a contemplar tarde o temprano, cuando Dios al fin los tiempos  nos reúna de nuevo en su reino, con esta esperanza oremos por ellos…”, expresó el obispo Faustino Armendáriz Jiménez.

Con gran fervor, el pueblo de San Isidro Miranda pidió al cielo por las almas de sus difuntos, para que vayan por buen camino, con la esperanza de que en mejor vida todos vuelvan a sonreír, a jugar, a abrazarse, a reunirse.

“Te damos gracias por todos los dones con que los bendijiste a lo largo de sus vidas, en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos, Dios dé misericordia recibe las oraciones que te presentamos por los hermanos nuestros que acaban de dejarnos, y ábreles las puertas de tu mansión y a sus familiares y amigos,  concédenos saber consolarlos con palabras de ti, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunirnos con ellos, junto a ti, en el gozo de tu reino eterno”, dijo el titular de la Diócesis de Querétaro.

El sentimiento rebasó  a más de algunos; rostros llorosos, tristes, miradas serias, semblantes de resignación, y en algunos casos de molestia por vía de la injusticia en el incidente que pasó la familia Salinas Peralta sólo fue víctima de las circunstancias, les tocó en “mala hora, en mal momento”.

Mientras tanto el único sobreviviente de la familia Salinas Peralta  permanecía tranquilo; con ojos serenos y un collarín alrededor |en una extremidad inferior; después del accidente que sufrió, cualquiera podría pensar que a este joven no le había pasado nada, puesto que con buen semblante, daba gracias a la vida por darle una segunda oportunidad.

Cerca de las 2 de la tarde y después de ser despedidos por todo el pueblo, los ataúdes con los cuerpos fueron subidos en carrozas fúnebres,  para ser llevados a su última morada, en el Panteón Jardines de la Esperanza, en carretera a Huimilpan, en medio de aplausos y globos de color blanco lanzados al aire en señal de luto por la muerte de los más pequeños.

La plaza principal de la comunidad de San Isidro Miranda se vio abarrotada al mediodía de este martes, niñas, niños, vecinos, familiares y hermanos peregrinos, acompañaron en el último adiós a los cuatro integrantes de la familia Salinas Peralta, quienes perecieron en un accidente automovilístico.

Fueron tantos, que la explanada de la parroquia de San Juan María Vianey resultó insuficiente para albergar a las más de mil personas que se volcaron en muestras de solidaridad e indignación por este percance.

Niñas y niños interrumpieron sus clases, y todavía ataviados con el uniforme escolar, acompañaron a sus padres para despedir a los integrantes de la familia Salinas Peralta.

El obispo de la Diócesis de Querétaro Faustino Armendáriz Jiménez ofició la misa de cuerpo presente, sobre un altar improvisado en la plaza principal, al frente estandartes de la Virgen de Guadalupe presentes para despedir al hermano, al amigo y al compañero de tantas y tantas caminatas hacia el Santuario Guadalupano en el Tepeyac, como lo fue en vida José Gabriel Salinas Rivera.

Al centro y rodeados de sus familiares y miembros de la iglesia,  los féretros en color blanco en donde yacían los restos de Samuel y Mateo, mientras que en otros  dos hechos de caoba, descansaban los cuerpos de José Gabriel y su esposa Alma Delia Peralta Estrada.

“Se trata simplemente de un momento de intensa tristeza, pero debe ser también un momento de firme esperanza, porque confiamos en que estos rostros amados los volveremos a contemplar tarde o temprano, cuando Dios al fin los tiempos  nos reúna de nuevo en su reino, con esta esperanza oremos por ellos…”, expresó el obispo Faustino Armendáriz Jiménez.

Con gran fervor, el pueblo de San Isidro Miranda pidió al cielo por las almas de sus difuntos, para que vayan por buen camino, con la esperanza de que en mejor vida todos vuelvan a sonreír, a jugar, a abrazarse, a reunirse.

“Te damos gracias por todos los dones con que los bendijiste a lo largo de sus vidas, en ellos reconocemos un signo de tu amor y de la comunión de los santos, Dios dé misericordia recibe las oraciones que te presentamos por los hermanos nuestros que acaban de dejarnos, y ábreles las puertas de tu mansión y a sus familiares y amigos,  concédenos saber consolarlos con palabras de ti, hasta que también nos llegue el momento de volver a reunirnos con ellos, junto a ti, en el gozo de tu reino eterno”, dijo el titular de la Diócesis de Querétaro.

El sentimiento rebasó  a más de algunos; rostros llorosos, tristes, miradas serias, semblantes de resignación, y en algunos casos de molestia por vía de la injusticia en el incidente que pasó la familia Salinas Peralta sólo fue víctima de las circunstancias, les tocó en “mala hora, en mal momento”.

Mientras tanto el único sobreviviente de la familia Salinas Peralta  permanecía tranquilo; con ojos serenos y un collarín alrededor |en una extremidad inferior; después del accidente que sufrió, cualquiera podría pensar que a este joven no le había pasado nada, puesto que con buen semblante, daba gracias a la vida por darle una segunda oportunidad.

Cerca de las 2 de la tarde y después de ser despedidos por todo el pueblo, los ataúdes con los cuerpos fueron subidos en carrozas fúnebres,  para ser llevados a su última morada, en el Panteón Jardines de la Esperanza, en carretera a Huimilpan, en medio de aplausos y globos de color blanco lanzados al aire en señal de luto por la muerte de los más pequeños.

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