Acapulco, (Notimex).- Damnificados de los fenómenos naturales Ingrid y Manuel, que habitan en el fraccionamiento Venta Vieja, superan paulatinamente la tragedia de perder sus casas y se adaptan a su nueva vida, lejos de la tranquilidad que tenían en el campo.
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) entregó, el pasado 29 de enero de 2016, 116 viviendas en beneficio de 464 habitantes de este poblado, que se ubica en la zona rural de Acapulco, y que vieron desaparecer en el 2013 su patrimonio.
Para el delegado de esa dependencia federal, José Manuel Armenta Tello, vale la pena replicar el modelo del fraccionamiento Venta Vieja, donde se construyeron 116 viviendas, en otros lugares donde se tiene que llevar a cabo una reubicación y reconstrucción.
Su construcción se realizó con el apoyo del gobierno federal, estatal, municipal y la iniciativa privada. El fraccionamiento cuenta con todos los servicios públicos, escuela primaria, kínder, telesecundaria y una pequeña iglesia.
Dijo que las 116 viviendas fueron edificadas en una superficie mayor a la que originalmente plantea el Fonden, además de que su proceso de reconstrucción se hizo con un block de arcilla estabilizada, que es de la región y que tiene propiedades térmicas.
Resaltó que este modelo de reubicación se está planteando para el proceso de reconstrucción luego del huracán Max y el sismo del 19 de septiembre.
“Es un sistema de autoconstrucción, donde el beneficiario podría conseguir la participación de un organismo ejecutor de obra y que pudiera además incluso conseguir recursos adicionales de la iniciativa privada a través de fundaciones para que puedan hacer un mejor producto", dijo.
La vivienda para los damnificados de Ingrid y Manuel está en un predio de 60 metros cuadrados, cuando los lineamientos del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) para el caso de vivienda rural habla que tiene que ser superior a los 50 metros cuadrados.
“Así que estamos por arriba de lo que el lineamiento fija como base donde hay tres habitaciones, una sala-comedor y un espacio que se tiene para cocinar y la posibilidad de ampliar, porque los predios superan los 120 metros cuadrados", expuso.
En cada vivienda se invirtieron 120 mil pesos, la introducción de los servicios y la urbanización y el predio fue una aportación del gobierno municipal. Asimismo, cada vivienda tiene fosa séptica y es la alternativa que se ofrece en la actualidad para que no se hagan descargas hacia cuerpos de agua o escurrimientos naturales y para evitar la contaminación.
Al respecto, los damnificados recordaron que el pasado 15 de septiembre del 2013, las fuertes lluvias ocasionadas por los fenómenos Ingrid y Manuel ocasionaron el desbordamiento del río Papagayo, debido a que cuatro de las siete compuertas de la presa La Venta se dañaron.
El pueblo de Venta Vieja, que se construyó cerca de la hidroeléctrica, desapareció la mañana del 15 de septiembre del 2013 por las fuertes corrientes del río que arrasó con viviendas, animales, huertas, árboles, iglesia, jardín de niños, primaria y telesecundaria y sólo cinco casas quedaron paradas.
Después de cuatro años, el lugar está lleno de maleza, piedras y no hay rastros de que en esa zona antes hubo un pueblo con más de 400 habitantes.
Rogelio Santos Hernández, delegado municipal del poblado de Venta Vieja, dijo que luego de perder todo, poco a poco se adaptan a vivir en sus casas de 60 metros cuadrados y hechas con un block especial que tiene propiedades térmicas.
Señaló que extrañan la vida del campo, donde tenían su pequeña granja compuesta de cerdos, pollos, gallinas, perros, gatos y sus plantas y árboles de limón, ciruela, mango, ilamo, huajes, flores y su milpa. No sufrían por agua, porque tenían cerca el río Papagayo, donde además algunos pobladores, mujeres y hombres que se dedicaban al campo, también vivían de la pesca.
Ahora sus vidas han cambiado, han dejado sus actividades del campo para que algunos hombres y mujeres emigren a buscar trabajo a la ciudad en alguna obra, en limpieza en los hogares o como vendedores.
El fraccionamiento Venta Vieja ya fue censado por el INEGI y está pendiente que el gobierno municipal de Acapulco cumpla con la construcción de una cancha deportiva y la comisaría municipal, ya que actualmente Rogelio Santos despacha en un salón que fue edificado para un comedor comunitario por la Sedesol.
Al regresar al lugar luego de cuatro años, Santos Hernández ve con tristeza que donde antes estuvo su casa en un terreno de casi mil metros cuadrados, ahora sólo hay piedra y maleza. Dijo que en lo personal, se siente a gusto en su casa donde fue reubicado, pues después de perderlo todo, ha recuperado el 50 por ciento de sus pertenencias.
Por su parte, Teresa Elasio Martínez, damnificada por Ingrid y Manuel, también perdió su casa y recuerda con tristeza como la fuerte lluvia y el desbordamiento del río Papagayo se llevo su casa, sus animalitos y su cosecha.
En su nueva casa, que fue entregada por Sedatu vive con su esposo José Luis Zapata y sus dos nietas. Dijo que les falta más terreno para sembrar sus arboles frutales y tener nuevamente sus animalitos, además de que aún no les han entregado sus escrituras y es algo que les preocupa.
Para adaptarse a su nueva vida en el fraccionamiento Venta Vieja, ubicado a 40 minutos de Acapulco y media hora del municipio de Tierra Colorada, las amas de casa han construido en el patio trasero su cocina de barro, algunas han hecho sus pequeños corrales donde tienen gallinas y cerdos. También han sembrado árboles de limón, huaje, maíz y otras plantas que pueden ocupar para consumir.
Rosa María Tagle Valente es otra ama de casa damnificada de Ingrid y Manuel, que vive en su nueva casa con su esposo, hija y nieto. Su esposo, quien se dedica al campo, ha tenido que buscar otras tierras para sembrar, mientras que su hija trabaja realizando labores de limpieza en el municipio de Tierra Colorada.
Nidia Gálvez Marín, de 25 años de edad, refirió que poco a poco se adaptan a su nueva vida aunque extraña el campo, los árboles frondosos y tener sus animales. Su esposo, quien antes trabajaba en el campo, ha tenido que emigrar a trabajar a la ciudad como ayudante de obra o buscar otros oficios para salir adelante.
Doña Hortensia Cruz Bernal, junto con su hija e hijo, formaron parte de las 116 familias reubicadas de Venta Vieja y señala que la tragedia que vivieron de perder sus casas fue algo muy triste porque todo se lo llevo el río.
En la ex Venta Vieja, entre las cuatro o cinco casas que quedaron sin ser afectadas por la corriente del río, se encuentra la de doña Hortensia, quien fue reubicada al sufrir hundimiento. Dice que sus dos hijos perdieron todo y se les fue entregada su casa a cada uno, pero debido a que tuvieron buscar trabajo fuera de la comunidad, tiene viajar cada ocho días.
Doña Odilia Casarrubias agradeció al gobierno federal, estatal e iniciativa privada por construir un nuevo espacio para los damnificados de Ingrid y Manuel, y no olvidarse de ellos porque ha sido difícil recuperar todo lo que perdieron.