Nuevamente invade la nostalgia al puerto de Acapulco, al ponerse en venta el Hotel Boca Chica, el que fuera a mediados del siglo pasado el escaparate de la élite hollywoodense.
El letrero colocado en uno de los balcones de "Se vende", causó sorpresa y tristeza a la vez en el sector turístico, de que este majestuoso inmueble de diseño contemporáneo y encanto vintage, cierre y ponga fin a toda una historia del viejo Acapulco.
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El Hotel Boca Chica fue construido en los años 50, era el sitio ideal para cualquiera que buscara diversión o disfrutar de una vista panorámica a la reserva natural de la Isla de la Roqueta y tener acceso directo a la playa Caleta y Caletilla.
Los anteriores propietarios lo ofrecieron en venta al magnate mexicano Carlos Slim, quien, incluso, cuando arrancó la obra del Macrotúnel anunció una fuerte inversión en el rescate del Acapulco Tradicional, que incluía el Mágico Mundo Marino y el hotel de 30 habitaciones y 6 suites.
Sin embargo, no se concretó y fue el Grupo Habita que lo adquirió y lo sumó a su colección de hoteles boutique, que son el estándar para los viajeros que buscan exclusividad durante su hospedaje.
Los nuevos propietarios, que se distinguen por ser el referente del diseño vanguardista, el glamur y que conviven incluyendo aspectos de la cultura mexicana, realizaron una restauración integral, para colocarlo para competir con las mejores hospederías del puerto, pero no despertó el interés de los turistas.
Esto a pesar de ser parte del Grupo y miembro de Design Hotels, el Hotel Boca Chica ofertó su diseño clásico de los 50s y una vista única a la Isla de La Roqueta, convertido hoy en una joya arquitectónica.
Los historiadores coinciden que fue construido junto al glamoroso Club de Yates y el famoso Hotel Flamingos, alguna vez fue un centro de vacaciones sobrecogedor, sufrió una recesión cuando la ciudad cayó en desgracia en la década de los 80s, después de lo cual el edificio sufrió 20 años de abandono.
Aunque estos años pasaron factura, la mayoría de las características originales y los muebles permanecieron intactos, el hotel ahora es un tesoro, tanto arquitectónico como antropológico, en opinión del empresario hotelero Javier Saldivar.
Además, resalta la decoración pues refleja la temporalidad de la estructura original, provocando la nostalgia que recientemente ha influido los mundos de la moda, el diseño y el cine.
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El edificio en su reestructuración se respetó los tonos tierra, los blancos fríos y los verdes suaves que reflejan las claras aguas azules circundantes de esta extensión del Pacífico Mexicano.